Palabras en la ceremonia de beatificación de 109 mártires claretianos

Basílica de la Sagrada Familia de Barcelona, 21 de octubre de 2017

En nom de tots vosaltres aquí presents i en nom de l’Església que pelegrina a Barcelona vull donar gràcies a Déu pel testimoni d’aquests 109 nous beats. Van ser testimonis de fermesa en la fe, de perdó, d’amor a Jesucrist i a l’Església, de reconciliació en uns temps convulsos i d’esperança en la vida eterna. Ens deixen un exemple molt bonic, que tant de bo sabéssim acollir i viure en les nostres pròpies vides i en aquest moment de la nostra història.

[En nombre de todos vosotros aquí presentes y en nombre de la Iglesia que peregrina en Barcelona quiero dar gracias a Dios por el testimonio de estos 109 nuevos beatos. Fueron testigos de firmeza en la fe, de perdón, de amor a Jesucristo y a la Iglesia, de reconciliación en unos tiempos convulsos y de esperanza en la vida eterna. Nos dejan un ejemplo muy hermoso que ojalá supiéramos acogerlo y vivirlo en nuestras propias vidas y en este momento de nuestra historia.]

Doy también las gracias al Cardenal Angelo Amato por haberse dignado a acompañarnos y presidir esta hermosa celebración litúrgica en representación de su Santidad el Papa Francisco. Gracias, señor Cardenal. Le ha tocado presidir muchas beatificaciones aquí en nuestra tierra. Conoce bien las circunstancias que llevaron a esos testigos de Dios a dar prueba de fidelidad y generosa entrega a quien desde la Cruz nos dio ejemplo de amor sin límites, hasta el extremo. ¡Qué bien lo expresa la vieja máxima atribuida al Severo, obispo de Milevi en Argelia, s. V!: “La medida del amor es el amor sin medida”. Señor Cardenal, traslade por favor, nuestro agradecimiento al Santo Padre por habernos concedido culminar hoy, en esta basílica, este proceso iniciado hace tantos años.

¿Quién podía suponer que a las emocionantísimas historias de los mártires de los primeros tiempos del cristianismo se añadirían nuevos episodios no menos heroicos, no menos espléndidos, en nuestro tiempo? ¿Quién podía prever que a las grandes figuras históricas de los Santos Mártires y Confesores se unirían la de estos claretianos o tantos otros que han sido beatificados en los últimos años? Ellos son de nuestra condición humana, pero siguieron las huellas de Jesús con la fuerza del Espíritu Santo hasta el final.

Doy también las gracias y felicito a los familiares de estos nuevos Beatos y a toda la Congregación de Misioneros del Inmaculado Corazón de la Santísima Virgen María por haber sembrado la semilla de la fe en sus corazones y haberlos preparado para vivir su compromiso cristiano en la fidelidad a la llamada del Señor y en coherencia de vida. El cristianismo educa, libera, ennoblece, humaniza en el sentido más alto de la palabra; abre los caminos a las riquezas interiores del espíritu y a las mejores organizaciones comunitarias. El cristianismo es la verdadera vocación de la humanidad; y estos mártires nos lo confirman.

Querría dar también las gracias por su presencia al Sr. Nuncio apostólico, Mons. Renzo Fratini, al cardenal…, a todos los (arzobispos) y obispos presentes, a los presbíteros, diáconos, religiosos, religiosas y a todo el pueblo fiel.

En esta celebración, agradezco también la presencia de diversas autoridades civiles, presididas por la Honorable Consellera de Governació de la Generalitat de Catalunya, Meritxell Borràs.

Pido al Señor que el testimonio de estos testigos valientes y humildes, que mueren perdonando e implorando la paz para el mundo, nos ayuden a vivir generosamente nuestra fe, también  en estos momentos de nuestra historia.

Que nos ayude el Señor a ser portadores de paz, de reconciliación, de amor y respeto a todas las personas, favoreciendo siempre ámbitos de diálogo, de conocimiento mutuo y de entendimiento. Y que La Sagrada Familia de Nazaret nos ayude a vivir siempre como hermanos, como miembros de una sola familia.

I acabo fent meves unes paraules precioses de Sant Antoni Maria Claret, que aquests nous beats van encarnar en la seva vida: «Senyor i Pare meu, que et conegui i et faci conèixer, que t’estimi i et faci estimar, que et serveixi i et faci servir, que et lloï i et faci lloar per totes les criatures «.

[Y acabo haciendo mías las preciosas palabras de San Antonio María Claret, que estos nuevos beatos encarnaron en su vida: “Señor y Padre mío, que te conozca y te haga conocer, que te ame y te haga amar, que te sirva y te haga servir, que te alabe y te haga alabar por todas las criaturas”.]

† Cardenal Juan José Omella
Arzobispo de Barcelona

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