Me parece muy oportuno recordar un centenario que se cumple estos días: el del primer Congreso Litúrgico de Montserrat, que se celebró del 5 al 10 de julio de 1915, convocado por todos los obispos de las diócesis catalanas y presidido por el nuncio Francesco Ragonesi, siendo el secretario un destacado sacerdote de Sabadell, el doctor Lluís Carreras, que fue quien presentó la propuesta al abad Marcet de Montserrat.
El Congreso reunió a más de dos mil personas -entre las cuales a un arquitecto llamado Antoni Gaudí, muy interesado en todos los aspectos de la liturgia cristiana- y tuvo una gran importancia para introducir a los fieles de las diócesis catalanas en la liturgia y para dar más dignidad a las celebraciones de la fe católica, finalidades que hicieron de este acontecimiento un hito importante en la renovación de la espiritualidad litúrgica en nuestra tierra.
Se señalaron cuatro objetivos del Congreso, todos ellos en torno a la liturgia: profundización, participación activa, fomento de la vida sacramental y reactivación de la vida comunitaria. Resulta muy significativo que estos objetivos ya anunciaban los de la reforma litúrgica promovida por el Concilio Vaticano II: medio siglo antes del gran concilio ecuménico del siglo XX, en Cataluña ya se sintonizaba con el movimiento litúrgico europeo, uno de los movimientos que sin duda prepararon la reforma del Vaticano II.
Un detalle significativo de este Congreso fueron las celebraciones litúrgicas, en torno al metropolitano y los obispos de la Tarraconense, en las que sobresalieron la homilía del obispo de Vic Josep Torras i Bages y las palabras de clausura del nuncio pontificio Francesco Ragonesi. Las conclusiones estaban centradas en la participación activa de todos los cristianos en la liturgia; una participación integral que se deseaba que fuera a la vez interna y externa, y que se abría a la función de la lengua vulgar y el canto en el culto.
El primer Congreso no fue un hecho aislado sino que encontró entre nosotros un clima favorable. Después vino, ya en tiempos del Vaticano II –en 1965–, el segundo Congreso Litúrgico de Montserrat, impulsado por el abad Gabriel María Brasó, del que surgió la Societat Catalana d’Estudis Litúrgics, filial del Institut d’Estudis Catalans. Y posteriormente se celebraría el tercer Congreso Litúrgico de Montserrat, celebrado el año 1990, fruto del cual los obispos de las diócesis catalanas publicaron la comunicación pastoral La liturgia, fuente de vida espiritual.
Es de desear que la conmemoración del centenario del primer Congreso nos mantenga a todos activos en el compromiso de seguir profundizando en el surco de la dignidad y la belleza de la liturgia y el canto, y que nos estimule a celebrar de tal manera que todo facilite la participación plena, activa y fructífera de todos los fieles. Así daremos continuidad a los propósitos de aquellos que promovieron, hace cien años, un congreso sobre la liturgia en Montserrat.