Utilidades prácticas de rezos, oraciones y plegarias
Artículo de Amadeu Carbó del mes de septiembre

Àngel de la Guarda, (Ángel de la Guarda)
dolça companyia, (dulce compañía)
no em desempareu de nit ni de dia. (no me desemparéis de noche ni de día).
No em deixeu sol perquè em perdria. (No me deje solo porque me perdería).
Con esta oración mi madre quería enseñarme a rezar y pretendía que cada noche me despidiera del día y así dar paso a mi particular mundo mágico de sueños de niño. Más allá de los rezos aprendidos en casa y en las catequesis, la cultura popular ha generado una serie de oraciones, muchas, que tienen diversas utilidades. Algunas van asociadas a santos concretos y se trata de pedir y potenciar su intercesión en aquellas cosas que destacan, ya que no todos los santos y santas sirven para las mismas cosas.
Algo pasa lo mismo con los rezos, oraciones y plegarias, ya que éstas tienen también especializaciones. Así podemos encontrar una serie de oraciones dedicadas al momento del día, por ejemplo para dar la bienvenida al día o para despedirlo. Otros van relacionadas con la comida y la bebida, otros pretenden intervenir en la meteorología como las llamadas de común. El trabajo, la salud, también tienen su lugar en las oraciones, así como diversos momentos del ciclo de la vida, como el cortejo, el parto y el nacimiento, o la muerte. En Menorca se rezaba Un dia m’he de morir./Bon Jesús i no sé quan/ que la mort en a venir / ve secreta i no cridant.
Si bien es cierto que en nuestras generaciones lo que nos ha llegado de estas prácticas oraciones populares es poca cosa, sí que conservamos algunos ejemplos en la memoria. Una es de la época de estudiante en la que se invocaba la Virgen para superar la asignatura, es aquella de «Virgen santa, virgen pura haz que apruebe esta asignatura«.
Pero de lo que se conserva un recuerdo vivo, aunque bastante desvanecido en cuanto a la precisión de las informaciones, es el uso que se hace de las oraciones, en este caso de las aprendidas en la catequesis, como herramientas para medir el tiempo. Por ejemplo M. B. de Gracia me comentaba que el tiempo de llevar el termómetro de mercurio para saber si se tiene fiebre o no se hace con un número determinado del Ave María. R.D. de Sant Boi de Llobregat.
Aunque la oración ganadora en el ranking de las medidoras del tiempo es el Padre Nuestro. Y con éste, tanto del tiempo preciso como del relativo y especulativo. Así por ejemplo cuando uno ya está en las últimas se dice que le quedan dos padres nuestros y que actualmente hemos sustituido por la expresión dos telediarios. Y hay que decir que los tiempos aplicados con el Padre Nuestro ha encontrado un campo fértil en la cocina de los huevos. Huevos pasados por agua entre dos o tres padres nuestros, incluso cuatro. Los huevos duros una vez empieza a hervir pueden ser 14 padres nuestros sino más.
Yo lo veis probablemente esta práctica antigua de utilizar las oraciones que todo el mundo sabía como herramientas de medida del tiempo es un primer ejemplo de sistema internacional de medida, imprecisa eso sí, practicado por la gente sencilla. ¡Lo que son las cosas de la cultura popular!