Rumbo a Loyola

Los jóvenes de Barcelona empiezan la Ruta de San Ignacio acompañados del obispo auxiliar Toni Vadell

Los jóvenes de Barcelona empiezan su peregrinaje por el camino Ignaciano acompañados del obispo auxiliar Toni Vadell. También del provincial de los capuchinos y presidente de la URC, Fray Eduard Rey. El obispo, como un joven más, ha confraternizado con todos los chicos y chicas que, con caras de alegría, esperaban el bus que los llevará hacia el País Vasco. “Es una experiencia personal de encuentro con el Señor. Ojalá sea una oportunidad para conocer internamente al Señor como un amigo conoce a un amigo”, explicaba el obispo. “El objetivo de esta peregrinación es no solo conocer unos lugares santos sino conocer una persona, un testigo del Señor que es San Ignacio”.

San Ignacio de Loyola

Mochilas llenas y mucha ilusión. Esto es el que llevaban los jóvenes de la diócesis. Todos dispuestos a pasar la mejor semana a un lugar inmejorable, Loyola. Para, así, hacer amistad, vivir la fe y conocer a Íñigo López. Más conocido como San Ignacio de Loyola, un noble vasco fundador de la Compañía de Jesús.

Su nombre real era Íñigo López de Loyola, pero entre 1537 y 1542 cambió su nombre por el de Ignacio «para ser más universal» tal como él decía. Era lo más joven de los ocho hijos y tres hijas de Bertran, señor de Ofiaz y de Loyola y cabe de una de las familias más antiguas y nobles de la región; y de Marina Sáenz de Licona y Aldaba. Militar de profesión, iniciará un nuevo camino que lo llevará a peregrinar a Jerusalén.

De camino pasa por Manresa donde dejaría sus vestidos y su espada a los pies de la Virgen María y se está un año viviendo en una sencilla cueva, conocida hoy como Cueva de San Ignacio acontecida uno de los referentes universales del mundo de los Jesuitas. Creará la Compañía de Jesús, la cual Pablo III aprobará en 1540 lo que por tanto le hará establecerse permanentemente en Roma. El 31 de julio de 1556 morirá y será enterrado en la actual iglesia del Gesù a Roma. En 1609 será beatificado por el papa Pau V y, finalmente, en 1622 canonizado por el papa Gregorio XV.

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