Mons. Vilanova visita la comunidad terapéutica de Can Castells

El obispo auxiliar conoce de primera mano con el Secretariado de la Pastoral con los Marginados este servicio al servicio de personas con drogodependencia

Al pie de la montaña de Montserrat, en el municipio de Esparreguera, en un bello lugar rodeado de naturaleza, lejos del frenesí de las grandes ciudades; se encuentra la comunidad terapéutica de Can Castells, que pertenece a la obra de Integración Social OBINSO. El vínculo, el trabajo comunitario y las terapias personales y grupales son los principales ejes de este centro, que ayuda a personas con problemas de drogodepencias. Hasta allí, Josep Ribalta o.f.m, y Glòria Carrizosa, desde el Secretariado Diocesano de Pastoral por los Marginados, acompañaron al obispo Javier Vilanova Pellisa, para conocer sus instalaciones, las personas que reciben tratamiento y las que trabajan en él.

Orígenes de OBINSO

«Hace 20 años las personas con adicciones tenían un perfil rebelde, idealista, eran aventureros, pero eran hombres con ciertos valores, aunque fueran delincuentes, habíamos podido establecer vínculos emocionales con ellos de respeto, esfuerzo, compañerismo», recuerda con cierta nostalgia, Ramon Berruezo, director de Can Castells desde hace décadas. Pero en la actualidad el perfil de los 22 varones entre 30 y 50 años que tratan, ha cambiado. «Ahora la mayoría se medican por las enfermedades mentales y las relaciones son más problemáticas, porque las drogas y las pastillas, después de tantos años han afectado a su cerebro», continúa Berruezo. Por su experiencia está convencido de que la medicación no lo cura todo, y es necesario hacer mucha psicoterapia y psicoanálisis para identificar sus males: genéticos, entorno de violencia y carencia de cariño desde pequeños, etc.

Programas terapéuticos

«Aquí somos una familia, es necesario trabajar su autoestima, en muchos casos nunca nadie ha creído en ellos. Es muy importante rehacer los vínculos familiares, buscan el perdón de sus padres y ser aceptados, por el grupo, por sus compañeros». Para conseguirlo hace falta tiempo, en este centro están un promedio de un año pero algunos llevan casi dos.

Los programas de copago de la administración suele ser de unos 8 meses, pero en muchos casos no es suficiente. «El dinero no es un problema, es un proceso de años que pueda salir adelante. Aunque no son jóvenes, la mayoría no ha madurado y necesitan mucha terapia y vida sana para salir adelante», explica Ignasi Lupon, no tienen móvil, sólo ven la tele una vez a la semana, practican mucho deporte, hacen excursiones, todos cocinan , trabajan el huerto, hacen bricolaje,etc». Todo esto acompañado de terapias individuales y grupales con las educadoras, la psicóloga y la psquiatra. «Cada día hacemos una reunión todos juntos donde podemos analizar cómo ha sido la jornada anterior, también comemos juntos y compartimos muchas tareas y hobbies y eso hace que nos sintamos más unidos», relata la educadora.

Raíces cristianas

Un proyecto de raíces cristianas, que nació en la década de los 60 por el impulso de un joven cura, Pere Cornelles, que se interesó por los jóvenes en riesgo social y fundó OBINSO. Actualmente atienden a jóvenes inmigrantes en situación de vulnerabilidad social, y tienen dos comunidades terapéuticas para personas con problemas de drogodependencias.

Mons. Javier Vilanova se interesó y habló con muchos de estos hombres, que están luchando por salir de las adicciones, y les propuso una visita guiada a la Sagrada Família, una iniciativa que tuvo muy buena acogida.

¿Te ha interesado este contenido? Suscríbete a nuestro boletín electrónico. Cada semana, la actualidad de la Iglesia diocesana en tu correo.

Te interesará ...