Mons. Vilanova: «Para un auténtico ecumenismo necesitamos una conversión del corazón y santidad de vida»
La Basílica de Santa María del Mar acoge la celebración ecuménica con el lema 'Permaneced en mi amor. Daréis mucho fruto'
Fotografías R.Ripoll y M. Punsoda
La Basílica de Santa María del Mar ha acogido este lunes 18 de enero la celebración ecuménica con motivo de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos. Por primera vez, el obispo auxiliar del Arzobispado de Barcelona, Mons Javier Vilanova, presidió la celebración, acompañado de los pastores y representantes de las diferentes confesiones cristianas.
Debido al contexto de la pandemia, la celebración fue en algunos momentos diferente de los años anteriores, pero igualmente sentida, ya que, un año más todas las confesiones se han podido unir para orar.
Unidos para dar fruto
El lema de este año ha hecho hincapié en la lectura de Juan: Permaneced en mi amor. Daréis mucho fruto (Jn 15,5-9). Un mensaje especialmente necesario en este momento que vive la sociedad, que sufre los efectos y las repercusiones de la Covid-19. En este sentido, la directora del Secretariado de Ecumenismo, Montserrat Puigdellívol, hizo una mención especial en recuerdo de aquellos que este año no están al inicio del encuentro.
«Un año marcado por el dolor en el mundo a causa de la pandemia. – exponía Puigdellívol-. Un dolor universal implica una oración universal. También una solidaridad universal. Un dolor que hace dar cuenta de nuestra fragilidad, pero también nos hace ver la necesidad de ayudarnos unos a otros».
Pilares de aprendizaje
Puigdellívol destacó la comunidad monástica de las hermanas de Grandchamp que han elegido el lema. Todas ellas de diferentes tradiciones, países y continentes. «En su diversidad, son un icono de comunión donde la oración, la vida de comunidad y la acogida de los huéspedes es su eje vertebral», exponía. Así, destacó tres pilares básicos de oración, vida comunitaria y hospitalidad, que las caracterizan como una «fuente de aprendizaje» para avanzar en «el ecumenismo espiritual y el diálogo de caridad y de vida».
Testimonios
El rector de la parroquia de la Protección de la Virgen de la Iglesia Ortodoxa del Patriarcado de Serbia, el Padre Martí Puche y el director europeo del movimiento AGAPE, el Pastor Javier Garcia expusieron su testimonio. El Padre Puche destacó la necesidad de estar unidos, ahora aún más necesario por la crisis de la pandemia.
El Padre García, por su parte, recalcó la lectura de Juan cuando cita, «Yo soy la vid«. Recordaba así, como el más importante es permanecer en el amor de Dios. «Jesús es la vid verdadera que soporta, provee, alimenta y da vida a sus ramas. Separados de Él seremos estériles e improductivos», dijo. A partir de la «poda» de lo innecesario la relación con él será más fuerte y a partir de «permanecer en una relación íntima y llena con Él, experimentaremos su plenitud», explicaba García. «Dios quiere hacer visible en nosotros su naturaleza. Dejemos que su savia corra por nuestro interior y nos transforme», dijo.
«Que todos seamos uno»
«Esta asamblea quiere ser un signo de este deseo que todos llevamos en el corazón y que Dios también espera poder ver un día que todos seamos Uno, como el Hijo está unido con el Padre y el Espíritu Santo». Así, haciendo hincapié en la unión de todos, comenzaba la homilía el obispo Javier Vilanova que insistió en la necesidad de estar «unidos en amor del Señor». «Nos llama, nos pide que nos fiamos plenamente de él, que lo dejamos todo», dijo. «Todos nosotros debemos tener sed de Dios, y que sea conocido por toda la humanidad».
Mons. Vilanova expuso como, «a partir del encuentro con el Hijo de Dios, encontramos la capacidad de dar fruto». En este sentido, explicó la historia de un joven que, a pesar de encontrarse en una situación problemática, pudo salir adelante gracias al encuentro con Dios. Un reencuentro que vivió entrando en una comunidad cristiana, la que obró «un cambio precioso en su corazón».
Recalcó que «para poder vivir un auténtico ecumenismo espiritual necesitamos no sólo orar por la unidad de los cristianos, sino también una» conversión del corazón y santidad de vida «». Sin embargo, destacó lo necesaria que es la comunión con Cristo «para poder vivir la comunión entre nosotros. Cuanto más nos separamos de Dios, más nos separamos unos de otros».
Finalmente invitó a hacer nuestro el lema de las hermanas de Grandchamp: «Ora y trabaja para que Dios reine».
Candelas, signo de fraternidad
Este año, el momento de la paz, especialmente sentido como signo de unión fraterna, se desarrolló diferente, aparte de la reverencia que se hace para mantener precaución ante la pandemia. El calor del abrazo se sustituyó por el de las llamas de las candelas que cada uno de los pastores de las diferentes confesiones depositar al inicio del acto delante del altar. Así, en el momento de la Paz, estas se encendieron como «signo de fraternidad ecuménica que debe ser la luz que ilumine todos los pueblos».
Al finalizar la celebración, el obispo Vilanova obsequió las diferentes confesiones con la última encíclica del Papa, Fratelli Tutti. Un detalle, para hacer de todos este mensaje de hermandad a la que nos invita el Papa.