Las celebraciones comunitarias vuelven a dar vida a las parroquias
Sacerdotes y feligreses se ponen a trabajar para garantizar un retorno al culto público con las medidas de prevención requeridas por el gobierno y el Arzobispado de Barcelona

Geles desinfectantes, mascarillas, carteles de prevención en los bancos, pegatinas marcando entradas y salidas, acomodadores para las celebraciones y mucha precaución. Así han vuelto esta semana las celebraciones en la diócesis de Barcelona, donde los pastores y la feligresía con ilusión, pero con prudencia se han puesto «manos a la obra» para que las celebraciones puedan volver respetando las medidas de prevención requeridas.

Después de más de dos meses de confinamiento, las iglesias de la diócesis han reabierto las puertas al culto público. La condición del gobierno español ha sido no superar un tercio del aforo de los templos. Paralelamente, desde el Arzobispado de Barcelona, se ha hecho un Decreto con una recopilación de medidas dispuestas por el Cardenal Omella por el retorno progresivo al culto público.
Desde el primer momento que se anunció que se entraría en la Fase 0.5, muchas parroquias explican cómo se pusieron a trabajar. Rectores, y en muchos casos parte de la feligresía, comenzaron a pensar y organizar los detalles y protocolos para volver al culto público, garantizando la mayor seguridad.
Reuniones parroquiales 2.0
Dada la situación de confinamiento, las reuniones se han gestionado vía online. Es el caso del arcipreste de la zona pastoral de la Cisa, Mn. Xavier Pich, rector de la parroquia de Santa María y de la de San Ildefonso, ubicadas en Premià de Mar. Este explica su sorpresa por cómo «a lo largo de estos días se ha hecho más coordinaciones y más reuniones que quizás en todo un año».
«Con la situación de la Covid-19, hemos tenido que coordinar nuestras inquietudes y propuestas, mediante una serie de videoconferencias desde diversas plataformas- explicaciones. Sin duda, este hecho, nos ha ayudado a actualizarnos y descubrir que puede ser el nuestro ordenador, no tiene webcam para entrar en este nuestro mundo tan tecnificado», asegura Mn. Pich.
Una organización y medidas de prevención
Los voluntarios y la buena coordinación han sido un pilar de fondo para llevar a cabo las medidas de prevención. En la parroquia de la Sagrada Familia, el rector Mn. Josep Maria Turull explica como «un número de voluntarios muy grande se ha ofrecido para colaborar e implementar las medidas con mucha ilusión, pero mucha prudencia». Según explica, se ha dispuesto un circuito de entrada y uno de salida, con el fin que entre las celebraciones se lleve un sistema «ágil y ordenado».

Es el caso también, de la parroquia de la Virgen de la Merced, donde todos juntos, rector y feligreses, han establecido un protocolo para definir las diferentes medidas y las responsabilidades de cada uno en el momento de celebrar la Eucaristía. «Es necesario que cada uno sepa qué hacer y siempre de la manera más educada y delicada posible -explica el párroco, Fermín Delgado- ya que, puede que haya feligreses que no se habitúen con facilidad a la nueva manera de acudir al iglesia». Por ello, en la Mercè hay voluntarios en la entrada para la recepción de los feligreses y para distribuir el gel desinfectante o advertir sobre la necesidad de las mascarillas. También hay encargados de acomodar la feligresía en sus puestos manteniendo la distancia prudencial.
Otras iglesias han ayudado entre ellas, como la de Santa Clara, Sant Francesc de Asís y Sant Crist de Badalona. El rector de este conjunto parroquial, Mn. Josep Teixidó asegura que «el fin de semana anterior, dispusimos el templo según la normativa». Mn. Teixidó se alegra porque en una de las iglesias no hay bancos sino sillas. «Lo que hemos hecho es girar tres sillas -que están a 1,5 metros- y dejando los espacios adecuados». En las otras dos parroquias han dispuesto carteles marcando la distancia prudencial. Y esta ha sido una de las medidas más extendidas en las iglesias.
Unos carteles y otros, pegatinas tanto a los bancos para definir las distancias entre personas, como el suelo marcar la entrada y la salida, como las parroquias de Santa María y San Critòfol de Premià de Dalt. En estas dos parroquias además, se ha aislado las imágenes para que nadie las toque y evitar también posibles contagios.
Alegría y prudencia
La respuesta de la feligresía ante la vuelta ha sido en general positiva. Así lo explica Mn. Bacardit de la parroquia de Sant Vicenç de Sarrià, que alegre exclama como los feligreses «han expresado su alegría por poder participar de la Eucaristía después de tantos días de confinamiento». «Nos hemos reencontrado con emoción y agradecimiento», añade. También, en la basílica de la Merced, Anna una feligresa que hasta ahora había seguido las misas online alegra de poder volver a las misas desde la parroquia. «El Youtube y otras cosas modernas está muy bien, pero que no es lo mismo que estar en Misa en tu parroquia. En la iglesia se vive la Misa de verdad, y podemos comulgar físicamente con el Señor. No hay nada como esto», asegura.
La alegría sin embargo, ha venido acompañada de la prudencia, tal como explica el rector de la Sagrada Familia, ya que en todo momento se trata de mantener precaución. «Los mismos familiares de la gente mayor recomiendan el máximo de seguridad», explica Mn. Turull. «Es una sensación agridulce; agradable para volver a la eucaristía, pero agrio por cómo ha afectado todo esto», añade. En este sentido, Mn. Teixidó destaca como algunos feligreses han vuelto con una sensación entre «alegre y con sensación de miedo».

Por otra parte, una de las sorpresas ha sido ver caras nuevas entre la feligresia que ha acudido a las celebraciones. «Quizás, una oportunidad del confinamiento que quizás ha llevado a personas a abrirse a la fe», expresa Mn. Josep Turull.
«Sabiendo necesitados del Señor»
Mn. Josep Teixidó explica que es una experiencia «totalmente nueva e inesperada, así como contradictoria». «Por un lado, siento el dolor como pastor de ver como una parte de los feligreses que tienes encomendados han ido a la casa del Padre debido al Covid-19. Por otro lado, hemos podido experimentar como Dios es el final el principio y el fin de todas las cosas, en el sentido de que todo lo que hacíamos se ha detenido en seco y hemos tenido que vivir estos dos meses con más intensidad, sabiendo necesitados del Señor».
También, el Padre Fermín Delgado, explica que «aunque el culto público ha vuelto a dar vida a la parroquia», «avanza de una manera un poco lánguida, porque es como si empezáramos a despertar después de un sueño, pero poco a poco vamos cogiendo el pulso», añade.