Las uvas de la suerte
Descubre las diferentes hipótesis del origen incierto de una tradición arraigada en todo el Estado

Todo está listo para recibir el Año Nuevo. Cada año se repiten los mismos comentarios ante los televisores esperando el ritual de las doce campanadas: que si este año las campanadas se harán desde tal lugar o tal otro, que si están grabadas pero nos hacen tragar que son en directo… Durante la retransmisión, hay un momento de máxima tensión cuando nos cuentan que primero sonarán los cuartos y no las campanadas ya que siempre hay quien no lo entiende del todo. Mientras tanto, doce uvas por cabeza esperan ser engullidos al ritmo de las últimas doce campanadas del año. Quien lo consiga dicen que tendrá un año lleno de fortuna y prosperidad.
Origen incierto
El origen de la tradición de comer doce uvas para dar la bienvenida al año que comienza no es del todo claro. Lo que sí está claro es que su inicio hay que situarlo en Madrid a finales del siglo XIX o principios del XX. Por tanto, estamos ante una práctica moderna. Tanto es así, que folcloristas como Campmany, Amades o Violant no la recogen en sus trabajos, ni siquiera la mencionan, ya que no la consideran una tradición. Probablemente, vivieron la introducción de esta nueva costumbre como una moda.
Una de las hipótesis, la más extendida, nos cuenta que el origen de la uva de la suerte lo tenemos que encontrar en 1909 a partir de una campaña que los productores de uva de Alicante iniciaron para dar salida a un excedente de producto. Hay que decir que los expertos en este cultivo dudan de esta versión por varios motivos. El principal, porque ven difícil que uva fresca cultivado en esta zona se pudiera conservar hasta Nochevieja. También, porque consideran poco probable que en aquella época se generara un excedente.
Sin embargo, la hipótesis del excedente se desvanece del todo cuando leemos la página 6 de la Ilustración Española y Americana del 8 de enero de 1907 (dos años antes). Con un tono quejoso, comenta como la costumbre de comer uvas la noche de Año Nuevo ha arraigado entre las clases populares, un hecho curioso cuando de hecho había comenzado como una sátira. Pero, explicamos el sentido de esta sátira.
Costumbre de familias acomodadas
Conocemos la costumbre de que, a finales del siglo XIX, las familias acomodadas despedían el año con champán y comiendo uva, por aquello de tirar abajo. La prensa del momento considera que son costumbres refinados llegados de Francia. Fue la noche de Año Nuevo de 1882, cuando a raíz de unas disposiciones municipales que regulaban y restringían el uso de la calle durante la noche de Reyes, grupos de madrileños de las clases populares se concentraron en la Puerta del Sol en señal de protesta y desacuerdo con la medida y llevaron uva para parodiar las clases altas de la ciudad. Con este gesto casi espontáneo comenzaba una de las tradiciones más arraigadas de la Nochevieja. En 1897, el diario Gedeon del 31 de diciembre ya habla de esta costumbre, y en Navidad del año siguiente la prensa anima a seguir la tradición con un artículo titulado «Las Uvas milagrosas».
Televisores en los hogares
Lo que si hemos podido constatar es que, en nuestro país, el seguimiento del ritual de la uva de la suerte ha sido muy desigual. De hecho, la mayoría de los testimonios que hemos recogido para realizar este capítulo coinciden en afirmar que no era habitual celebrar la llegada del nuevo año haciendo ingestas de granos de uva y que la popularización de esta costumbre estaría muy ligada a la entrada del televisor en los hogares. Televisión Española retransmite las campanadas de la Puerta del Sol de Madrid desde el año 1956, salvo de 1973 que se hicieron desde Barcelona. Sin duda, estas retransmisiones han sido la clave del arraigo de la tradición de las uvas de la suerte en todo el Estado.
Del libro de la Col·lecció l’Ermità: Celebrem el Nadal d’Amadeu Carbó.
Para más información, consultar en: Edicions Morera