La Vida Consagrada celebra la Candelaria
El cardenal Omella llama a los religiosos y religiosas de Cataluña "a llevar la antorcha de luz en todos los rincones de la sociedad y del mundo"
En motivo del 2 de febrero, fiesta de la presentación del Señor en el templo a los cuarenta días de su nacimiento, conocida popularmente como el día de la Candelaria, el Cardenal arzobispo de Barcelona Joan Josep Omella presidió la celebración de la Vida Consagrada en la Catedral, con los religiosos y religiosas de Cataluña. En la celebración asistieron Mn. Francisco Prieto, delegado episcopal para la Vida Consagrada y el P. Màxim Muñoz, claretiano y presidente de la Unió de Religiosos de Cataluña (URC).
Encuentro en el amor de Dios
El P. Màxim Muñoz dio la bienvenida a todos los presentes agradeciéndoles su disposición y les presento el lema de este año que dice: La Vida Consagrada encuentro en el amor de Dios. Según el presidente de la URC, una consigna que «el núcleo y origen de nuestra vida consagrada y cristiana». Este pidió a los presentes su esfuerzo para saber llevar este encuentro de amor a las personas, a la sociedad de hoy, a pesar del reto que suponen las circunstancias políticas, económicas y sociales que vivimos. «Las personas consagradas tenemos la especial responsabilidad de dar un testimonio gozoso de esta doble experiencia: la de encontrarnos con el amor de Dios, fuente y origen de nuestra vocación y consagración, que debemos cultivar todos los días y, como consecuencia, la de entregarnos generosamente y arriesgadamente los más necesitados de estimación, de dignidad, de justicia «, dijo el P. Muñoz. Este aseguró que, «en los momentos que vivimos, esto nos hará impulsores del que el Francisco llama» cultura del encuentro en la pluriforme armonía «y nos permitirá generar espacios de diálogo, fraternidad, reconciliación y colaboración entre personas y colectivos plurales, yendo más allá de esquemas ideológicos y poniendo siempre en el centro la persona y su dignidad de hijo / hija estimado del Padre «.
Portadores de luz
El cardenal Omella, en su homilía, se refirió a los miembros de la Vida Consagrada como un «regalo» un presente que actúa como uno de los «pilares» que ayuda a caminar la Iglesia, ofreciendo como ofrenda su vida al Señor. «Damos gracias porque vosotros religiosos y religiosas habéis dicho Sí». «Probablemente os sintáis limitados – continuó el cardenal- pero tenéis este testimonio de comunión, de cohesión y amor entre vosotros», dijo. En esta línea, como misión de todos los miembros de la Vida Consagrada, Omella llamó a todos «a llevar la antorcha de luz en todos los rincones de la sociedad y del mundo». Un reto para todos los religiosos y religiosas que, sólo podrán conseguir, «viviendo la fraternidad en un mundo de división e individualista«; «viviendo con gozo el momento actual que nos toca vivir, a pesar de las dificultades»; y con una «renovada pasión misionera para anunciar la Bonanova de Jesús».
Como base para hacerlo posible, el cardenal arzobispo de Barcelona les recordo lo más esencial: la oración. «Cuando nosotros encontramos a Jesús en nuestro corazón, en este diálogo personal de tú a tú, todo cambia», dijo Omella. «Pidámosle al Señor que aprendamos a vaciarnos de todo para que sea él el centro de nuestra vida– exponía Omella-, y podamos dar el testimonio de amor en medio la sociedad que es lo que necesita el mundo de hoy: esperanza, amor y alegría, saber que debe ama a todos también a estos que no lo conocen «dijo.