Día frío y plomizo en el Vaticano
Crónica de la Misa exequial del papa Benedicto XVI en la plaza de San Pedro del Vaticano
La plaza de San Pedro del Vaticano acoge la misa exequial del papa Benedicto XVI. La primera de la historia moderna que un Papa en activo preside para despedir a un Papa emérito. Con esta noticia y con su trascendencia no podíamos faltar, a nuestro alrededor se respiraba la proximidad de estar viviendo un hecho histórico. En menos de 24 horas hicimos maletas, tomamos vuelos y nos embarcamos a una aventura emocionante. Nervios, incertidumbres y mucha ilusión para vivir y comunicar a la archidiócesis de Barcelona el funeral del papa emérito Benedicto XVI.
Nubes cubriendo el Vaticano, capas de ropa para protegernos del día frío y plomizo de un funeral histórico. Parecía que el clima acompañaba lo que estábamos viviendo. Con el libreto litúrgico en las manos, el Osservatore Romano bajo el brazo y la cámara colgada del cuello seguimos de cerca la misa como unos más entre la feligresía. Una misa menos multitudinaria y más rápida de lo que pensábamos, pero hubo tiempo de hacer nuestro trabajo y unirnos en la plegaria para despedir al Papa teólogo.
Joseph Ratzinger en su testamento dejó claro que quería una misa exequial sencilla y austera y se cumplieron sus deseos con una liturgia muy marcada y solemne. Tanto es así que por nuestra percepción in situ fue poco emotiva. Aun así, sí que se percibía un ambiente familiar y de plegaria intensa.
El papa Francisco finalizó la homilía diciendo: «Benedicto, fiel amigo del Esposo, que tu gozo sea perfecto al oír definitivamente y para siempre su voz». Una homilía muy corta, sencilla, llena de citas y sin ningún recuerdo personal al papa Benedicto XVI, donde Francisco aludió a la misma reflexión reiterando «Padre, en tus manos confío mi espíritu».
Para la archidiócesis de Barcelona este pontífice tiene un componente de pertenencia porque consagró la basílica de la Sagrada Familia por el que se le guarda un recuerdo especial. En la plaza de San Pedro se respiraba este ambiente de trascendencia, de presenciar un momento que será recordado en un futuro como el primer entierro de un Papa emérito presidido por el Papa actual de la historia moderna. Y lo más importante, podernos congregar como Iglesia unida, sumándonos a la plegaria con un mismo motivo: el descanso eterno de Benedicto XVI y su intercesión.
Mercè Alonso JM y Andrea Pujol