Mons. Abadías: «Navegad por las aguas de la vida, poniendo mirada en Stella Maris»
La tradicional procesión con la Virgen del Carmen recorre el Paseo Marítimo y las calles de la Barceloneta hasta Sant Miquel del Port
Fotografías: Ramon Ripoll
Flores y una caja de pescado del día. Éstas fueron las ofrendas que se llevaron al altar de la Iglesia de San Miguel, durante la celebración de la Virgen del Carmen, este sábado 15 de julio. No podían ser otras ofrendas en esta cita imprescindible para la gente de mar, que se reúne para celebrar la fiesta de su patrona.
Este año, el obispo auxiliar de Barcelona, Mons. David Abadías se ha estrenado presidiendo la celebración y participando en la procesión con los marineros, pescadores y las familias del barrio de la Barceloneta devotas de la Virgen del Carmen. Sin embargo, este año no se pudo hacer la tradicional procesión marinera alrededor del Puerto de Barcelona, debido a las obras que hay en marcha en el Moll dels Pescadors.
Por este motivo, los participantes de la procesión con la Virgen María se dirigieron de la Iglesia de San Miquel del Port, el punto de inicio, hasta el Paseo Marítimo. Después recorrió varias calles de la Barceloneta volviendo a su destino.
El obispo presidió la misa, concelebrada por el párroco de la parroquia, Mn. Antoni M. Reina, Mn. Robert Baró y el diácono responsable de Stella Maris, Mn. Ricard Rodríguez. Entre los presentes destacaban también representantes del Ayuntamiento de Barcelona y del Port de Barcelona.
Homilía
En el momento de la homilía el obispo David subrayó cómo el mar nos invita a recordar el lenguaje del mar que Jesus utilizaba. Como la barca desde donde Jesús enseñaba a los discípulos y predicaba. «El mar es el lugar del primer encuentro, donde escucharon sus palabras y lo dejaron todo. El mar para muchos es donde empezó todo», expuso Mons. Abadías. En este sentido, exhorró a «mirar el mar, para encontrar esa experiencia con Jesús».
Hizo referencia a mirar a la Virgen María «para que nos guíe en ese camino que nos invita a vivir la experiencia del amor de Dios». Se dirigió especialmente a los habitados del barrio de la Barceloneta, con una historia muy larga y que «han puesto la esperanza y la alegría, así como lágrimas y tristezas en estas aguas». Les encomendó a la Virgen María esperanzado para que la Virgen les acompañe «permitiéndoles navegar en las aguas de la vida poniendo la mirada en aquella luz de la Estrella del Mar, la Stela Maris que nos guía y nos lleva al buen puerto».