Joan Josep Moré: «El carisma de las visitadoras sigue la línea del Plan Pastoral «¡Salgamos!»»

El homenaje a los 50 años del servicio asistencial de la Obra de la Visitación recuerda que "el primer deber de una visitadora es llevar alegría a casa"

«El primer deber de una visitadora es llevar alegría a casa». Este fue uno de los objetivos que llevó a la Obra de la Visitación a poner en marcha la asistencia domiciliaria a los ancianos. Un objetivo que la Comunidad de Sant’Egidio también ha hecho suyo y que se ha recordado durante  el acto de homenaje por los 50 años del inicio del «Servicio de Asistencia a domicilio» (SAD).  Con el nombre «Origen y perspectivas del servicio de asistencia a domicilio en Barcelona», la comunidad de Sant’Egidio  convocó este acto a la Iglesia de Sants Just y Pastor recordando la iniciativa que en 1971 empezó en manos de las religiosas de la Obra de la Visitación. En el ninguno de los años, esta tarea pasó en manos de las instituciones y de los servicios públicos de asistencia domiciliaria. 

La Iglesia de Sants Just y Pastor estaba atestada, manteniendo las limitaciones de aforo permitidas. Entre los asistentes, destacaban tres hermanas, la Dolores, Antònia y Lolita, religiosas de la visitación que fueron recibidas con un ramo de flores como agradecimiento a su servicio y el de la Congregación a la sociedad, a lo largo de los años. 

Una respuesta humana a los ancianos

Al inicio del acto el responsable de Sant’Egidio en Barcelona, Jaume Castro, exaltó la vida de la Obra de la Visitación, «un proyecto de vida consagrada que nace para responder a las necesidades de los enfermos, sobre todo ancianos y niños pobres». «Mujeres emprendedoras en una sociedad y una Iglesia que concedía poco espacio a las mujeres», dijo. En esta línea, Castro destacó como, «con una atenta lectura de los signos de los tiempos, vieron la problemática de muchos ancianos que por sus condiciones de vida permanecían en casa solos y abandonados». Una percepción que dio pie a desarrollar una ayuda a domicilio que incluía «los velatorios, ayuda doméstica, curas de enfermería y visitas». 

Jaume Castro subrayó esta «respuesta humana y sencilla» que velaba por «la voluntad de los ancianos de quedarse casa «con amistad y amor» como les gustaba decir a las religiosas». «Hicieron más humana nuestra ciudad, abrieron la puerta para desarrollar el SAD». Jaume Castro aseguró que, después de 50, continúa siendo imprescindible. «Las administraciones han contribuido mucho en residencias y poco en asistència domiciliaría. Hacen falta muchas más ayudas. La pandemia ha puesto de manifiesto la situación que sufren los ancianos y hay que velar por su voluntad a quedarse a casa». La Comunidad de Santo’Egidio que actualmente cuenta con un servicio de visitación de ancianos, denunció que actualmente el servicio que ofrece la administración solo cubre el 65% de la población que tiene derecho.

Una actitud en la línea del Plan Pastoral

El responsable de la delegación diocesana de Vida Consagrada, el salesiano Joan Josep Moré, subrayó como este carisma de las visitadoras es un reflejo de aquello que persigue el Plan Pastoral Diocesano Salgamos! Destacó cómo «es precisamente esta actitud de Iglesia en Salida aquello que se quiere promover». Insistió que, en un  momento tocado por la pandemia, «continuar concienciando que hay que tener cura de todo el mundo, pero especialmente de los más pobres y necesidades». «Pienso que todo el que se está haciendo en la actualidad es gracias a iniciativas como la vuestra, que dejando de costado escrúpulos y aspavientos, vais y habéis estado siempre junto a aquellos que lo necesitaban». Al final de sus palabras, el salesiano se dirigió directamente a Antonia, la Consuelo y Lolita agradeciendo esta «fe en Dios y prójimo que han dado en su servicio en salida» 

Institucionalizando las veladoras

Durante el acto se dedicó una parte a profundizar en el recorrido del servicio de atención domiciliaria en Barcelona. De entrada, intervino la responsable del servicio de Sant’Egidio dedicado a la atención a los ancianos en la Barceloneta del programa ‘Viva los Ancianos’, Marta Poch. Explicó cómo empezó la iniciativa de la Obra de la Visitación de ir a las casas de los ancianos con el empujón de Dolors Aragón y Mercè Bastardes. Como partir de un análisis de la situación de los ancianos solo a casa y de estudiar cuestiones ámbito sanitario y jurídico se desarrolló una ayuda a domicilio.

«Las religiosas justificaron el servicio porque el anciano pueda conservar la independencia al hogar y las familias puedan compaginar el trabajo», explicaba Poch. Esta iniciativa contaba con: velatorios diurnos y nocturnas, ayuda doméstica y servicio sanitario. Este último, según explicó Poch, «supuso la novedad». Después, crearon un curso con 150 veladores/se de ancianos con la ayuda de Cáritas Diocesana, momento cuando Mercè Bastardes, mencionó que «la vejez es un problema tan importando que no se puede silenciar ni podemos continuar ignorándolo… El primer deber de una visitadora es llevar alegría en la casa donde va. Pensamos que es un amigo a quien tenemos que ayudar», citó Poch.

Poch explicó cómo después de este inicio empezaron a aparecer nuevos servicios relacionados y como las religiosas trabajaron para concienciar la administración. Una tarea que llevaría a un Servicio de Atención más profesionalizado como el primer Hospital a domicilio, creado por el Ayuntamiento de Barcelona. Aun así, el servicio a domicilio en el ninguno de unos años quedó más relegado por la construcción de residencias de abuelos y la secularización afectó también la Obra de la Visitación. Poch concluyó recordando que «el servicio que idearon todavía continúa siendo esencial».

Cuestionar las residencias ante la autonomía

Enlazando con la intervención de Marta Poch,  Montserrat Vilaseca miembro de Sant’Egidio también en el acompañamiento de gente mayor, tomó la palabra. Expuso como se debe luchar porque los ancianos puedan mantener su autonomía a casa siempre que las condiciones lo permitan y han estado víctimas de «la cultura del «descarte»». En este sentido invitó a cuestionarse el porqué se pone las residencias como solución a la situación.

Vilaseca argumentó que la atención a las residencias dedica poco tiempo a los ancianos por parte de los profesionales. Por eso, insistió a «el cambiar el modelo pide creer». Una reconversión del sistema residencial al domiciliario es difícil, pero no imposible». Finalmente, subrayó el propósito del Programa ‘Viva los Ancianos’ de Santo’Egidio que en contra del servicio residencial ayuda al anciano a tener los recursos y el acompañamiento necesario para poder quedarse a casa con autonomía y rompiendo con la soledad.

Fomentar la cooperación

La directora de los Servicios de Intervención Social del Ayuntamiento de Barcelona, Nuria Menta, presentó las diferentes iniciativas hechas, y las del futuro respecto de la asistencia domiciliaria en Barcelona. Mencionó diferentes acciones que se llevan a cabo en cuanto a la atención domiciliaria y para procurar la autonomía de la gente mayor a casa. Entre estos mencionó el programa de las «Superilles» que pone en marcha un equipo de visitadores centrados en visitar ancianos que viven en un mismo barrio. También la acogida de estudiantes a casas donde hay ancianos, o el uso de la tecnología como prevención de posibles riesgos. Expuso como por ejemplo «el futuro plantea un modelo de proximidad y fomento de la cooperación de la sociedad». «Barcelona tiene una gran ciudadanía que ha salido durante la Covid. Hay que recoger esto que nos ha enseñado y trabajar para que así continúe», dijo.

Mujeres religiosas, precursoras de la asistencia

En el final del acto, el historiador y profesor del Ateneu Sant Pacià, Mn. Ramon Corts, presentó los antecedentes del carisma de la Obra de la Visitación explicando cómo surgió la atención a los ancianos por parte de las comunidades religiosas en Barcelona, entre el siglo XIX y XX.

Presentó toda una trayectoria cronológica a lo largo del tiempo. Un recorrido, en el cual varias congregaciones se iniciaron en la dedicación a los enfermos y la gente mayor. Entre estas, las Paules, las religiosas de Sant Josep, las Darderes, entre otros. Un servicio donde a pesar de que también destacaron algunas congregaciones masculinas, fue protagonizado mayoritariamente por las mujeres. «El papel de la mujer religiosa en Cataluña en el sector asistencial fue de extraordinaria presencia haciendo aquello que el estado no pudo hacer». «Religiosas devotas y vetlladores, que vieron en el enfermo y necesitado a Jesucristo». Así, fueron las precursoras de este servicio que hoy en día se ofrece desde las administraciones públicas. 

Josep Mª Forcada, el consiliari de la Obra de la Visitación también intervino destacando la trayectoria encantadora y la religiosidad tan viva que viven. Finamente, el rector del Ateneu Universitari Sant Pacià, Mn. Armand Puig, cerró el acto de Homenaje destacando este «proyecto necesario que inició la Obra de la Visitación porque se centra en aquello que necesita la gente y a la vez confluye en el concepto de casa, donde se hacen los vínculos y se crea la amistad».

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