Palabras del Sr. Cardenal Arzobispo de Barcelona, Dr. Lluís Martínez Sistach, en el acto de conmemoración del 50 aniversario del decreto Perfectae Caritatis del Concilio Vaticano II. Facultad de Teología de Catalunya, 29 de octubre de 2015.
Nos hemos reunido para conmemorar el 50 aniversario del decreto Perfectae Caritatis del Concilio Vaticano II, que trata de la adecuada renovación de la vida religiosa. El decreto conciliar ha representado un importante hito para la vida consagrada. Todas las familias religiosas se han renovado aplicando los contenidos de este decreto y de los demás documentos conciliares. Basta recordar el Capítulo General que celebraron dedicado a poner en práctica aquellos contenidos y los muchos cambios que han experimentado todas las formas de vida consagrada. Bien se merece conmemorar este simbólico aniversario.
Y con la Unió de Religiosos de Catalunya hemos invitado al Sr. Arzobispo Mons. José Rodríguez Carballo, Secretario de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica, que hemos escuchado con sumo interés. Quiero agradecerle su presencia y su mensaje que redunda en bien de la vida consagrada y de la Iglesia diocesana.
Este aniversario nos habla de hombres y mujeres de vida consagrada y, por ello, es también un homenaje a todos vosotros y a todas vosotras por el testimonio que ofrecéis viviendo con generosidad y estilo profético vuestra vocación y por el servicio que prestáis a la Iglesia y al mundo. Como pastor diocesano he de valorar, ayudar, proteger y tutelar vuestra vida de seguimiento radical de Cristo pobre, obediente y casto, ya que con vuestra consagración embellecéis a la Iglesia universal y a las Iglesias particulares.
El papa Francisco, en su documento programático La alegría del Evangelio, llama a todos los religiosos y las religiosas a “recuperar la frescura original del Evangelio” para hacer brotar “nuevos caminos, métodos creativos, otras formas de expresión, signos más elocuentes, palabras cargadas de renovado significado para el mundo actual”.
El Papa nos llama a todos los servidores de la Iglesia a una pastoral en clave de misión con audacia y creatividad, y pide expresamente hacer la propuesta evangelizadora desde el corazón del Evangelio, cuyo núcleo es la misericordia. Este núcleo es la fuente de la que brota la alegría que debe acompañar siempre al evangelizador y la evangelizadora y, por ello, la Iglesia debe ser y debe aparecer como portadora de esta experiencia de misericordia.
Son muy bellas las palabras que os dice el papa Francisco con motivo del año de la vida consagrada que estamos celebrando: “Quería deciros una palabra, y la palabra es la alegría. Siempre, donde están los consagrados y las consagradas a Dios hay alegría”.
Nuestras Iglesias diocesanas, con todos sus miembros, debemos reconocer este servicio generoso. ¿Qué sería de nuestra sociedad, nuestras ciudades y pueblos sin la presencia y el servicio de los religiosos y las religiosas el campo de la espiritualidad, de los ancianos, de la cultura, de la enseñanza, de los pobres, de los enfermos, etc.? Sería una sociedad muy vacía.
De mi corazón de pastor surge el deseo de reiteraros mi agradecimiento por el bien que realizáis en esta querida Iglesia de Barcelona y en las restantes que tienen su sede en Catalunya.