Sinodalidad e Iglesia universal

 

Hace 60 años que la Iglesia católica romana celebró un Concilio que, a mi entender, tuvo tres grandes efectos. En primer lugar, una renovación profunda basada en un ir a las raíces bíblicas, que son nuestra base y punto de referencia. En segundo lugar, un aggiornamento, un ponerse al día, un huir de una subcultura eclesial que se mira al ombligo y se cierra en un castillo a fin de defenderse. Y finalmente, requilibrar, poner en su lugar, elementos, costumbres y normativas que a través de los siglos se habían descentrando y distorsionando.

Un mensaje básico y fecundo fue describir a la Iglesia como el “Pueblo de Dios”, como el conjunto de seguidores de Cristo, con diversidad de dones, carismas, ministerios y responsabilidades. Todo bautizado es miembro de pleno derecho del Pueblo de Dios, es un ungido/consagrado, tienen una dignidad y una pertinencia básica común que hermana a todos los cristianos.

La eclesiología de antes del Concilio acostumbraba a representar la Iglesia como una pirámide, donde en la base estaban los laicos y laicas, y por encima de ellos los diferentes grados ministeriales de sacerdotes, obispos y encima de todo el Papa de Roma. El documento sobre la Iglesia invirtió la pirámide: están para servir a todos, no para dominar. El papa Francisco recurre a otra figura geométrica, la del poliedro, donde todos estamos en comunión dentro de la diversidad de carismas, dones y ministerios.

De esta manera de entender la Iglesia, se deriva que ella es constitutivamente “sinodal”. En griego, “sin odos” quiere decir “caminar juntos”, “hacer camino juntos”, compartiendo y discerniendo juntos, con corresponsabilidad.

Todo esto se queda en pura teoría o en buenos deseos si no existen o se crean maneras concretas, instrumentos que lo favorezcan. La preparación que el Papa pide a todos los católicos consiste en detectar donde es más necesario y qué medios se crean para hacerlo posible.

¿Te ha interesado este contenido? Suscríbete a nuestro boletín electrónico. Cada semana, la actualidad de la Iglesia diocesana en tu correo.

Dr. Antoni Matabosch Soler

FORMACIÓN
  • Doctor en Teología
  • Diplomado en Teología Espiritual i en Teología Ecuménica
  • Licenciado en Ciencias de la Información e Historia Contemporánea
ACTIVIDAD DOCENTE Y PROFESIONAL
  • Presidente Honorario de la Fundació Joan Maragall
  • Director del ISCREB (1997-2016)
  • Catedrático emérito de la Facultat de Teologia de Catalunya
  • Ha sido consultor de la Comisión Nacional de Ecumenismo
  • Decano-Presidente de la Facultat de Teologia de Catalunya
  • Delegado Epicopal de Pastoral Universitaria y de Apostolado Seglar
  • Delegado Episcopal de Economia de Barcelona i miembro católico del GTER.
PUBLICACIONES
  • Ha publicado libros y múltiples artículos sobre temas ecuménicos y de reflexión teológica y cultural.

Programa formativo que imparte en el ISCREB: