San José: la sabiduría de la resistencia

El pasado 8 de diciembre de 2020, el papa Francisco publicó la Carta Apostólica Patris Corde con motivo del 150 aniversario de la declaración de San José como patrón de la Iglesia universal. En esta carta, se propone dedicar el año 2021 a recordar a San José. Dado que el papa Francisco afirma que quiere compartir unas reflexiones personales sobre esta figura extraordinaria, tan cercana a nuestra condición humana, podemos preguntarnos qué aspectos de la personalidad merecen ser resaltados y cómo nos pueden resultar ilustrativos en nuestro proceso de crecimiento.
Refiriéndose a los Evangelios, el Papa destaca que san José fue un hombre justo (Mt 1, 19), siempre dispuesto a cumplir la voluntad de Dios (Lc 2,22.27.39), y que tuvo la valentía de asumir la paternidad legal de Jesús (Mt 1,21). Desde un punto de vista más personal, el Papa dice que san José fue “el hombre que pasa desapercibido, el hombre de la presencia diaria, discreta y oculta”. Escribe Francisco: “La historia de la salvación se cumple creciendo contra toda esperanza a través de nuestras debilidades. A menudo pensamos que Dios se basa solo en la parte buena y vencedora de nosotros, cuando en realidad la mayoría de sus designios se realizan a través y a pesar de nuestra debilidad (…) También a través del sufrimiento de José pasa la voluntad de Dios, su historia, su proyecto. Así, José nos enseña que tener fe en Dios incluye creer que Él puede actuar hasta a través de nuestros miedos, de nuestra fragilidad, de nuestra debilidad.”
Esta constatación le sirve al papa Francisco para establecer un principio existencial: “Muchas veces pasan cosas en nuestra vida de las que no entendemos el significado. Nuestra primera reacción, a menudo, es de decepción y rebelión. José aparta sus razonamientos para dar paso a lo que sucede, y, por muy misterioso que le parezca, lo acoge, asume la responsabilidad y se reconcilia con su propia historia (…) La vida espiritual de José no nos muestra una vía que explica, sino una vía que acoge. Sólo a través de esta acogida, de esta reconciliación, podemos también intuir una historia más grande, un significado más profundo.”
Aquí es donde se encuentra la raíz de la resistencia: “Hemos de dejar de lado nuestra ira y decepción, y dar espacio – sin ninguna resignación mundana y con una fortaleza llena de esperanza – a lo que no hemos escogido pero que está aquí. Acoger la vida de esta manera nos introduce en un significado oculto. Nuestra vida puede empezar de nuevo milagrosamente si encontramos la valentía para vivirla según lo que dice el Evangelio. Y no importa si ahora todo parece haber tomado un rumbo equivocado y si algunas cuestiones son irreversibles”. El papa Francisco lo asegura con contundencia: “Lejos de nosotros está pensar que creer significa encontrar soluciones fáciles que consuelen”. Es decir, saber resistir no se fundamenta en el consuelo fácil, sino en una forma de sabiduría en la que podemos identificar los elementos más significativos.
Merece la pena centrarse en dos de estas actitudes que califican la sabiduría de la resistencia: la valentía creativa y la esperanza confiada. No hay verdadera cura interior sin crear espacio dentro de nosotros al hecho inesperado, de manera que, en vez de pararnos y cruzarnos de brazos, nos espabila: “A veces las dificultades son precisamente las que hacen aflorar recursos en cada uno de nosotros que pensábamos que no teníamos”. Dice el Papa que leyendo los Evangelios de la infancia, uno se pregunta por qué Dios no intervino directamente en tantos episodios. Pero Dios actúa a través de hechos y personas. “La Buena Noticia del Evangelio consiste en mostrar cómo, a pesar de la arrogancia y la violencia de los gobernantes terrenales, Dios siempre encuentra un camino para llenar su plan de salvación. Hasta nuestra vida parece que a veces está en manos de fuerzas superiores, pero el Evangelio nos dice que Dios siempre consigue salvar lo que es más importante con la condición que tengamos la misma valentía creativa de san José que sabía transformar un problema en una oportunidad”.
Para el Papa, la actitud que deriva de la aplicación de la valentía creativa es la esperanza confiada: “Si a veces parece que Dios no nos ayuda, no significa que nos haya abandonado, sino que confía en nosotros, en lo que podemos planear, inventar, encontrar”. Por eso, Francisco establece una analogía entre el cuidado que José tuvo por Jesús, y el cuidado que nosotros hemos de tener de los demás: “Cada persona necesitada, cada pobre, cada persona que sufre, cada moribundo, cada extranjero, cada prisionero, cada enfermo son el Niño que José continua custodiando.”
La sabiduría es necesaria para saber recogernos para hacer frente a la dureza de las condiciones exteriores, para renunciar a la lógica del poder que nos permitiría expandirnos a costa de los demás y optar, en cambio, por una nueva perspectiva. Resistir no es renunciar ni resignarse, sino desarrollar una ética de futuro: hay horizontes para explorar, nuevos caminos para seguir y posibilidades de escondite si convertimos nuestra vida en un don. Si hacemos de nosotros un don: “la felicidad de José no está en la lógica del autosacrificio sino en el don de uno mismo. Nunca se percibe en este hombre ninguna frustración, sino solo la confianza. Su silencio persistente no contempla quejas, sino gestos concretos de confianza.”