San José: paternidad y ternura

No se puede construir una biografía de san José con los pocos datos que nos ofrecen los Evangelios. Pero podemos descubrir cómo lo han interpretado los artistas a lo largo de los tiempos.
Ya san Bernardino de Siena (+1444) criticaba la representación san José como un viejo: “Los pintores tontos lo pintan viejo, melancólico y con la mano en la mejilla, como si tuviera dolor y tristeza debido a ser el guardián de María que le había sido confiado, cuando fue todo lo contrario, alegre de corazón, de mente y de rostro al verse en tanta gracia de Dios”. Esa crítica era debido a que, durante mucho tiempo, se representaba a san José como un viejo de tal manera que parecía más el bisabuelo de la madre del Niño, edad inconciliable con el papel de “padre” reconocido expresamente en la literatura apostólica, testimoniada en los Evangelios. Si se le representaba anciano, figura marginal, al margen de la narración artística sagrada era para alejar cualquier sospecha de su participación en la procreación del Niño y por esto estaba casi siempre físicamente separado de María. De esta manera, presentándolo anciano se comprometía el ejercicio paterno de la misión de san José. Así, al no reconocerle como “ministro de la salvación en el misterio de la encarnación, en el que san José no es una figura marginal».
La iconografía de san José cambiará después que el papa Sixto IV instituyera la fiesta del santo en 1479. Bajo la representación iconográfica de san José: con la aureola o sin ella, joven o viejo, en adoración o dormido, al lado de Jesús y María o apartado simple comparsa en una escena o protagonista, en el trabajo manual o en la lectura de un libro, teniendo en brazos al Niño o un instrumento de trabajo, una vara florecida o un lirio, etc. en el trasfondo de cada manera de representarlo está presente el conocimiento de los evangelios, de los apócrifos, de los documentos del magisterio, de las devociones, de las tradiciones, del folclore, de la literatura y de la predicación.
Uno de los primeros en innovar la representación de san José fue Miguel Ángel a inicios del siglo XVI. En una obra del 1503 evidencia esa nueva valoración de la figura de san José dedicado al cuidado paterno. Miguel Ángel lo pinta como una figura más viril y más cercana a María. En esa obra José solemne, inmortalizado mientras levanta al Niño para pasarlo a María, va a abrir una serie de otras obras expresando mucho más sentimientos familiares y paternales del santo.
Guido Reni (1575- 1642) entrará en la influencia de la revalorización de la figura de san José. Anteriormente María y el Niño ocupaban toda la escena, en cambio en ese momento del XVII se da importancia a la paternidad y san José será quien ocupará toda la escena, no María.
La innovación de la representación de Guido Reni consiste en retratar a un san José solo con el niño Jesús en sus brazos, forma de representación anteriormente reservada a María. Ahora José no es una figura secundaria. Reni en sus tres cuadros pintará a san José, sin la presencia de María, llevando en brazos al Niño remarcando el afecto-cariño entre padre e hijo que puede observarse en la agudeza del diseño pictórico que muestra la interacción de sus miradas y la protección de san José hacia su hijo Jesús que es acunado entre sus brazos, secundando la difusión del culto en el contexto artístico de renovada atención a los afectos. Ahora el Patriarca ya no es una figura secundaria.
Una autora escribe que “la imagen que Guido Reni nos regala es la de un padre actual, moderno al que se festeja el 19 de marzo en la fiesta del padre. La del hombre “Justo”, padre cariñoso, atento que con su propia vida ha custodiado la de María y la de Jesús, los tesoros preciosos que Dios le ha confiado”.[1]
[1] Soy deudor del artículo de M. Cristina Cadolini. San Giuseppe nei quadri di Guido Reni en Metropolitan Magazine 19 de marzo 2020. 1993 STRAMARE, San Giuseppe nella storia della salvezza, Elle Di Ci, Torino 1993.