La teología de Bonhoeffer

Dietrich Bonhoeffer es un teólogo nada fácil de etiquetar, pero merece ser reconocido y estudiado.
Lo primero que nos viene a la cabeza es su testimonio de cristiano comprometido social y políticamente a lo largo de su vida. Recordemos por encima de todo su lucha en contra de un régimen nazi que le llevó a la detención (ahora hará 80 años, el 4 de abril de 1943) y posterior ejecución, después de dos años de prisión, el 9 de abril de 1945, cuando ya estaba terminando la guerra, pocos días antes de la llegada de las tropas americanas al campo de concentración de Flossenbürg.
Cuando queremos analizar su legado teológico, toman protagonismo sus reflexiones sobre la lectura no religiosa del cristianismo. Fueron unas reflexiones redactadas en forma de cartas escritas a su amigo Eberhard Bethge durante los años 1943 y 44 desde la cárcel de donde ya no saldría. Son las Cartas desde la cárcel publicadas en 1951 por Eberhard Bethge, con el título de Widerstand und Ergebung. Briefe und Aufzeichnungen aus der Haft, traducidas al catalán por Helena Alegre de Ferrer y editadas en Barcelona (Editorial Ariel – Libros del Nopal, 1969) bajo el título «Resistència i submissió. Lletres i apunts de captivitat», i en castellano traducidas por José J. Alemany en la Editorial Sigueme (9ªed) «Resistencia y Sumisión. Cartas y apuntes desde el cautiverio».
Dado que la teología de Dietrich Bonhoeffer va estrechamente ligada a las diferentes etapas de su vida, de tal modo que casi podría ser calificada de reflexión profunda sobre su propia tarea educativa y eclesial, deberíamos hablar de una primera etapa de formación en la que se incluye el tiempo que pasó en Barcelona. Durante los años 1928-29, ejerció de vicario en la parroquia evangélica de habla alemana de Barcelona.
Esta primera etapa de formación inicia en el año 1927, cuando Bonhoeffer por sus estudios de teología escribía su tesis, y también se preparaba para el primer examen final de teología, y como quería dejarse abierto tanto el camino académico, como el pastoral, uno de los requisitos para el primer examen era la experiencia práctica, así que Bonhoeffer se hizo cargo durante unos meses de una catequesis infantil en Berlín, actividad que continuaría más adelante en Barcelona. Tras concluir la tesis de doctorado, con el título Sanctorum communio, y tras su presentación en 1927, pocos meses después pasó el primer examen teológico.
El siguiente paso para el joven teólogo era el vicariato, es decir, un período formativo antes del segundo examen final y de la ordenación. Su superior, Max Diestel, le sugirió pasar este año en la parroquia evangélica alemana de Barcelona, de febrero de 1928 a febrero de 1929.
Así lo hizo, y llegó a Barcelona el miércoles 15 de febrero de 1928, con 22 años recién cumplidos y estuvo allí un año. Dejó Barcelona el domingo 17 de febrero de 1929 cuando ya había cumplido los 23 años.
Una segunda etapa de formación fue la que, después de Barcelona, supuso un curso (1930-1931) en la Union Theological Seminary de Nueva York enviado por su iglesia de Berlín.
No sería ordenado hasta el 11 de noviembre de 1931, en la iglesia de San Mateo de Berlín-Tiegarten, porque la edad mínima para la ordenación eran los 25 años.
Se han reunido sus cartas desde Barcelona que escribió principalmente a su familia. Las “cartas de Barcelona” no pueden desligarse del tiempo en que se escribieron y de la situación social que vivió aquel joven. Un joven procedente de una «buena familia» alemana que pertenecía a una clase social más bien elevada y que por primera vez deja de estar acompañado por la familia y los compañeros.
Al joven teólogo, con veintidós años, Barcelona y la parroquia evangélica alemana, que se componía de comerciantes y hombres de negocio —unas trescientas familias— se le aparecieron como un universo del todo distinto al que había conocido hasta entonces. Dietrich Bonhoeffer se encontró con gente que no compartía ni sus intereses académicos ni sus inquietudes espirituales, incluido el pastor Olbricht. Los problemas que se le planteaban en Barcelona eran muy distintos a sus habituales, pero Bonhoeffer se volcó plenamente. Participó en la vida social de la comunidad, introdujo la catequesis infantil, dio clases de religión en el Colegio Alemán y colaboró con el pastor Olbricht en la sección de beneficencia. Especialmente a través de su trabajo en la sección de beneficencia, Bonhoeffer entró en contacto con una realidad absolutamente nueva: los vagabundos, los delincuentes, etcétera. Para el joven teólogo fue todo un reto tratar con estas personas.
Las opiniones de aquel joven vicario sobre la sociedad alemana que le rodeaba, y también sobre los españoles y los “catalanes” no eran muy favorables, pero no pueden descontextualizarse.
Tras el paso por Barcelona y EE.UU., para Bonhoeffer vino la etapa de práctica pastoral y teológica y se hizo cargo de un grupo de confirmación de la Zionskirche en un barrio obrero de Berlín-Mitte. En verano de 1931, escribió un nuevo catecismo para sus confirmantes titulado «Tú crees, tú también». De esa época es la foto de la portada.[i]
En cuanto a la especial relevancia de la teología de Bonhoeffer, tenemos mucha literatura de teólogos, filósofos pensadores y también de meros “opinadores”.
No podemos entender el legado de Bonhoeffer sin las “Cartas desde la cárcel”, que son las que manifiestan la inquietud y la angustia del creyente en una situación “límite”.
Quisiera tan sólo aportar lo que me parece su opinión sobre la realidad que estaba viviendo.
Según Bonhoeffer, el mundo presente había cambiado de tal modo que había expulsado el cristianismo de toda base religiosa. El mundo no era ya religioso. Por eso una interpretación religiosa del evangelio ya no llegaba a la sociedad. A partir de aquí Bonhoeffer decía: «Lo que a mí me mueve de forma ininterrumpida es la cuestión de saber qué es hoy propiamente el cristianismo o Cristo» Ésta fue ciertamente la cuestión que le inquietó tremendamente en sus últimos años de la vida, sobre todo a partir de su experiencia de cárcel y de relación con los demás prisioneros. Bonhoeffer describe mucho las dificultades de un cristianismo religioso, pero da muy pocas orientaciones sobre cómo debería ser un nuevo cristianismo, no religioso.
Se interesa por entender la relación entre ciencia y cultura por un lado y cristianismo por el otro. Ante unas cuestiones de tal calado, sus respuestas se nos presentan como fragmentarias e indicativas de un futuro todavía poco definido. Pero, precisamente por el hecho de ser fragmentarias han atraído a tantos estudiosos, han provocado tanto trabajo y han impulsado tan fuertemente la fantasía y la atención de sus lectores.
Son más importantes las preguntas que se hace Bonhoeffer que los intentos de respuesta. Son preguntas que el creyente que explora su realidad histórica debería hacerse siempre e intentar con la ayuda divina encontrar una respuesta vital.
[i] Fiorini, Roberto. (2020). Dietrich Bonhoeffer. Testimone contro il nazismo. Gabrielli Editori