La sinodalidad en la Comunidad Pastoral del Poble-sec

El papa Francisco ha convocado un sínodo especial dedicado a la sinodalidad, el “sínodo de la sinodalidad”. Parece una paradoja, profundizar una cuestión a través, precisamente, del ejercicio de lo que se propone profundizar. Y, por el contrario, la paradoja es una excelente noticia: debemos tomarnos más seriamente el significado propio de la sinodalidad, una expresión que tal vez ha sido formulada teológicamente pero no aplicada pastoralmente con suficiente impulso. Quizás sea el momento de superar una Iglesia estratificada, con fronteras entre estamentos diferentes, entre clérigos y laicos, entre hombres y mujeres, entre religiosos y seglares, para dibujar mejor una Iglesia comunitaria que pone de relieve lo que compartimos, la vivencia de la fe y la llamada en anunciarla, por encima de la condición y función de cada uno en esta Iglesia.
No partimos de cero, ciertamente, existen muchas experiencias de sinodalidad a lo largo y ancho de la historia de la Iglesia. Es necesario reconocerlo y subrayarlo. Pero es verdad que también existe la tentación, siempre presente, de establecer estamentos diversos con atribución de importancia y de protagonismo muy diferentes. Y tal vez sea ese el motivo por el cual el Papa convoca este Sínodo: se trata de revisar seriamente nuestra organización como comunidad coparticipada, animada por la fe común, iluminada por el Espíritu y llamada a una gran misión evangelizadora.
Existen huellas de sinodalidad lejanas. Otras son cercanas. De hecho, la propuesta de reorganización de la tarea pastoral en la diócesis de Barcelona es, en su intencionalidad profunda, una buena muestra. Porque no se trata solo de una propuesta oportuna para afrontar la situación de una Iglesia marcada por la secularización y la falta de sacerdotes, que también lo tiene que ser. Se trata, sobre todo, de convertir la amenaza en ocasión y, así, de replantear la corresponsabilidad de todos en esta Iglesia, coordinando, vertebrando y optimizando esfuerzos y recursos.
Cabe decir que en la Comunidad Pastoral del Poble-Sec se ha llevado a cabo un recorrido de sinodalidad en un ejercicio de coordinación de las instancias pastorales y de las personas. Ha sido una dinámica que empezó hace ya unos años, iniciada con la voluntad de colaboración entre las diferentes parroquias del Poble-Sec, Santa Madrona, Sant Pere Claver, Sant Salvador de Horta y la Mare de Déu de Lourdes, y seguida por la voluntad de ir más allá, forjando una agrupación de parroquias a través de un año de maduración compartida en una asamblea que se desarrolló durante el año 2014. Más recientemente, esta agrupación ha sido reconocida por el Arzobispado de Barcelona como Comunidad Pastoral, con el nombramiento de los sacerdotes como párrocos in solidum de las cuatro parroquias y moderados por uno de ellos, Mn. Joan Cabot.
Ciertamente, había un trasfondo que facilitaba la tarea: la homogeneidad del barrio del Poble-sec en su organización territorial tan marcada por la Avenida del Paral·lel, que dibuja una frontera con el Eixample y Ciutat Vella, y la montaña de Montjuic, que abriga su espalda. Sin embargo, esta situación geográfica favorable no hubiese sido efectiva sin la convicción y el esfuerzo de todos los que han colaborado en el momento de tejer tramas de complicidad y de misión compartida, construyendo de hecho una nueva entidad en forma de Comunidad Pastoral que supera y también incluye a las parroquias ya existentes, siempre queridas por sus feligreses.
Así, la tarea no ha sido solo de visión y convicción por parte de sacerdotes, ni de decisión administrativa en forma de nombramientos. Lo más importante ha sido organizar las comisiones, servicios y equipos parroquiales en una misma dinámica, pasando de compartir experiencias o de colaborar puntualmente en algunas actuaciones, a generar una única estructura de acción pastoral para toda la comunidad, con sus cuatro parroquias. Y es evidente que en ello han tenido un papel protagonista los laicos que han hecho progresivamente suyo el proyecto y lo han ido revistiendo desde las diferentes instancias operativas con una verdadera voluntad de trabajo conjunto en la liturgia, en la catequesis, en la formación, en la acción caritativa y también en la acción en el barrio, en los servicios de preparación al bautismo o al matrimonio, en la atención a los enfermos y también en el servicio de atención administrativa en el despacho de la Comunidad pastoral, así como en los equipos de cada una de las cuatro parroquias. Ciertamente no todo está hecho, es necesario seguir, consolidar, vislumbrar nuevas acciones a promover, pero el camino recorrido ha sido eficaz y gratificante, y me atrevo a decir que así ha sido para todos, Y seguiremos adelante, seguro, con el empuje del Sínodo de la sinodalidad.
Antoni Nello, sacerdote en la Comunidad Pastoral del Poble-sec