Juan Crisóstomo, testimonio de vida auténtica

 

En el año 438, en una solemne procesión, los restos de Juan Crisóstomo entraron de nuevo en Constantinopla después de su muerte acaecida durante su exilio. A las puertas de la Ciudad, lo recibía el emperador Teodosio II, hijo de Arcadio y de Eudoxia, tocando el féretro con la cabeza mientras pedía perdón por las persecuciones que Juan había sufrido por obra de sus padres.

Desde el momento que fue nombrado obispo de Constantinopla por el emperador Arcadio, 41 años antes, Juan Crisóstomo se había propuesto como objetivo combatir los abusos y reformar la sociedad, promoviendo una observancia más fiel de los preceptos evangélicos. Pero sus exigencias provocaron la hostilidad de los destinatarios a los que se dirigía. La emperatriz Eudoxia, otras damas de la corte, los obispos de las diferentes provincias y los monjes que vivían despreocupadamente en las ciudades, se unieron contra él.

En sus homilías y escritos, Juan denunció con severidad la distancia que separaba el ideal cristiano y la realidad de la vida, a menudo mediocre, de seglares y religiosos. Pero Crisóstomo era muy consciente que no había suficiente con la palabra o la exhortación a una vida recta y a una consciencia auténtica. El mundo exige de los cristianos un testimonio coherente. Al ser elevado el Patriarcado de Constantinopla, Crisóstomo vendió los muebles de la casa episcopal y dio el dinero a los pobres, multiplicando los hospitales y los centros de acogida. Como respuesta al lujo y a la ociosidad de los ricos, subraya la importancia de la comunidad de los bienes, del trabajo, de la necesidad de la libertad de los esclavos. Hace llamamientos a compartir individual y colectivamente. La solidaridad, más que una buena consciencia, es un sacramento para él, el signo de la presencia real de Cristo en nuestro mundo. Comentando a menudo la frase de Jesús «Lo que hacéis a uno de estos pequeños, me lo hacéis a mí», concluye que el pobre es “otro Cristo” y que el “Sacramento del altar” se ha de prolongar en la calle a través del “Sacramento del hermano”. Su autenticidad, lo convertía en un hombre para los otros, ya que la caridad es “el Sacramento del hermano” que contrarresta este amor propio que nos convierte en egotistas.

Podemos resumir la vida de Juan en tres líneas maestras: una capacidad excepcional para explicar la buena noticia de Cristo con la pasión y las palabras de la cultura de su tiempo; un fuerte acento puesto en las implicaciones sociales del Evangelio; y un esfuerzo para embellecer la oración común y para transmitir la reflexión teología bajo una forma poética. Juan Crisóstomo fue un gran e incansable predicador que se dedicó con determinación a la reforma moral de sus oyentes, tal como el mismo nos dijo en una de sus homilías: «Por esto explicamos las Escrituras: no solo para que las comprendáis, sino para que reforméis también las costumbres. Si esto no sucede, en vano leemos, en vano interpretamos».

Los continuos choques que tuvo con la emperatriz Eudoxia, los exilios y las persecuciones que sufrió, las incesantes llamadas a la conversión y a la corrección de los desvíos morales de sus contemporáneos, su celo por la unidad de la Iglesia, por la vida humilde y ejemplar del clérigo y de los obispos, todo esto nos lleva a reconocer en Juan Crisóstomo una persona auténtica en un mundo que se esconde detrás de las máscaras por no querer afrontas verdades que son difíciles de aceptar.

Entre los Padres de la Iglesia, Juan Crisóstomo es quien mejor ha percibido y entendido las dificultades y pruebas a las que está expuesta la vida cristiana vivida con autenticidad, ya sea en el monasterio, ya sea en el mundo. Su testimonio evangélico se abrió camino en medio de una sociedad que no sintonizaba con las exigencias del cristianismo. Pero, a pesar de todo, su mensaje, con su huella de amor en Dios y de amor en el prójimo, nos lleva el aroma del evangelio y un modelo a igualar.

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Lic. Carles-Xavier Noriega

FORMACIÓN
  • Licenciado en teología por el Pontificio Ateneo Sant’Anselmo de Roma, en la especialidad de estudios monásticos
ACTIVIDAD DOCENTE Y PROFESIONAL
  • Profesor de la escuela teológica de Montserrat en las asignaturas de Historia Monástica, Patrística, Historia de la Iglesia y Sacramentos
  • Profesor del ISCREB en la asignatura de Iglesias Orientales
  • Director de la Biblioteca del Monasterio de Montserrat
  • Director de la revista internacional Studia Monastica
  • Responsable del Diálogo interreligioso de la comunidad benedictina