Francis S. Collins: del ateísmo a la religión a través de la ciencia

Las experiencias de fe son personales e intransferibles y esto hace que sean particularmente interesantes. Los itinerarios que llevan estas experiencias resultan interesantes en la medida que nos dibujan el juego del razonamiento y las convicciones emocionales vitales en medio de los contextos culturales en los que se producen estos itinerarios.
Francis Collins (Stauton, Virginia, 1950) es un destacado científico Norte-americano, químico y médico, con una brillante carrera investigadora y académica principalmente en biología genética. Miembro destacado de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos, desde 1999 hasta el 2008 dirigió el Proyecto Genoma Humano, participado por 18 naciones, figurando en el 2000 en la presentación del esbozo del genoma humano con el presidente Clinton. El presidente Obama lo nombró, en el 2009, presidente de los National Institutes of Health de los Estados Unidos. Científicamente, ha identificado el gen de la neoplasia endocrina múltiple y ha realizado un amplio estudio en la población finlandesa de la genética de enfermedades con la fibrosis quística, la neurofibromastosis y la enfermedad de Huntington. Ha obtenido numerosos galardones como el Premio Internacional Killby (1993), el Premio Príncipe de Asturias (2001), la Medalla Presidencial de la Libertad de los Estados Unidos (2007) o la Medalla Nacional de la Ciencia de este país (2008).
Su itinerario va desde el ateísmo a la fe cristiana precisamente a través de la ciencia. Él mismo explica este itinerario al principio de un libro –¿Cómo habla Dios? La evidencia científica de la fe. Temas de hoy, 2007- en la que presenta el camino seguido.
Las etapas comentadas por Collins son interesantes en la medida que es la profundidad científica la que acompaña a Collins en el acceso a la fe, concretamente las consideraciones cosmológicas en primer lugar -ajuste fino de los parámetros cosmológicos- tema en el que juntamente con el tema del Big-Bang en el que física y metafísica coinciden de forma inevitable, del mismo modo que lo señala también M-Y Bolloré y O. Onnassies en un texto que sugiere y a la vez provoca –Dieu, la science, les preuves. Eds Tredaniel, 2021-. Además, y en segundo lugar, Collins cita en su itinerario hacia la fe, su brillante experiencia en la búsqueda del DNA humano, tema en el que es una autoridad mundial. Cosmología y biología han acompañado el camino hacia la fe de este eminente científico.
El marco es el debate Fe/Ciencia que va resultando tan interesante como positivo. Después de siglos en que ciencia y fe iban de la mano, e incluso grandes científicos eran clérigos (pensad en Mendel, Berkeley, Copérnico y más modernamente el mismo “inventor” de la teoría del Big Band: el sacerdote belga Lemaitre) durante un siglo se puso de moda destacar el antagonismo entre ciencia y fe, enfrentando anécdotas desafortunadas por parte de religiosos y científicos. Hoy, ya somos conscientes que ciencia y fe son dimensiones complementarias del complejo campo del conocimiento humano y que observaciones experimentales, reflexiones filosóficas, propuestas de sentido e incluso expresiones estéticas y emocionales pueden articularse dentro del limitado mundo mental humano y delante del Misterio (Einstein dixit) que es la realidad en sus más profundos niveles.
Precisamente, para trabajar en la correlación del conocimiento científico y religioso, Collis creó la Fundación BioLogos, en el año 2007. El Papa Benito XVI, lo nombró miembro de la Pontificia Academia de Ciencias, institución de gran prestigio internacional. La experiencia religiosa de Collins se podría situar en un cristianismo “teísta” que está cerca de la persona, ya que Collins ha señalado siempre la experiencia religiosa como una línea de aproximación a la persona, paralela a la que ofrece la ciencia biomédica que él ha trabajado profundamente en el campo de la genética. Es probable que alguna de las formas de expresión religiosa de Collins nos parezca un poco “americanas”, en el sentido de menos especulativas y filosóficas que las que nos son más familiares, pero esto forma parte de las peculiaridades de los itinerarios personales de la fe.