Cuidar a los enfermos

 

La atención sanitaria busca siempre, en primera instancia, la curación de los enfermos: curar la enfermedad concreta. Pero junto a esta intención hay otra que es igualmente importante: cuidar a los enfermos, atenderlos en el abanico amplio de las necesidades que les genera la enfermedad.

Tradicionalmente se identificaba el curar con la profesión médica y el cuidar con la profesión de la enfermería. Pero las cosas ya no son exactamente así. Mientras la profesión de la enfermería reivindica, acertadamente, funciones propias del curar, las profesiones médicas han asumido también el cuidar, con una creciente atención hacia el enfermo como interlocutor que merece atención integral.

De hecho, la definición clásica de la OMS afirmaba que la salud es el pleno estado de bienestar físico, psicológico y social. Una definición débil, puesto que postulaba una pretendida plenitud que casi nunca se da. Pero tenía su grandeza al hacernos ver que la salud no solo hace referencia al ámbito físico, orgánico, sino que también se manifiesta en el ámbito psicológico, el bienestar y equilibrio de la personalidad, y en el ámbito social, la adecuada integración en la compleja red social. De todo esto podemos deducir que la enfermedad representa la alteración indebida de cualquiera de estos tres ámbitos. Y que el curar y el cuidar tienen que asumirlos los tres. Y los tres a la vez, si así conviene.

Cuidar no es solo la especialidad de una profesión sanitaria, que lo es, sino que es, también, una responsabilidad de todos aquellos que rodean al enfermo con cualquier tipo de afectación, física pero también psicológica, social o espiritual. Y si esta responsabilidad implica muy especialmente a los familiares más próximos al enfermo, recae también sobre todos nosotros porque todos, en alguna ocasión, somos cercanos de alguien necesitado de cuidado, de atención, de ayuda, de compañía.

Este cuidar a los enfermos quiere decir saber identificar las necesidades reales de la persona que queremos cuidar. No se trata de imponer lo que creemos que le conviene, sino de averiguar, con ella, qué es lo que necesita y qué es lo que nosotros podemos aportarle. Es significativa la pregunta aparentemente retórica del profesional de la salud que se dirige al enfermo pidiéndole, de entrada, como se encuentra: expresa la convicción de que cada uno vive la enfermedad de una manera muy personal y que es bueno escucharle. Lo mismo sucede en nuestra vida cotidiana: no se puede imponer a una persona necesitada lo que creemos que le conviene, con o sin razón, sino que hace falta, en primera instancia, averiguar con ella lo que realmente percibe que necesita y lo que nosotros le podemos ofrecer. Deberíamos llevar grabada en el corazón la parábola del buen samaritano (Lc 10, 25-38) con la que el papa Francisco empieza el segundo capítulo de su reciente encíclica sobre la fraternidad y la amistad social Fratelli tutti (2020).

Más aún, el papa Francisco se sirve de la expresión cuidar de manera frecuente pero ahora, más recientemente todavía, lo ha hecho en el mensaje de la Jornada mundial de la Paz del día 1 de enero de 2021, en su párrafo primero. Afirma la importancia de la cultura del cuidado como camino de paz que tiene que erradicar la cultura de la indiferencia y del rechazo que acostumbra a prevalecer hoy en día [1]. Tener cuidado los unos de los otros, y todos del medio que nos rodea, es, ahora ya, una misión inaplazable, propia de la verdadera naturaleza del ser humano y urgente para la salvaguardia de la humanidad.

Antoni Nello

[1] Mensaje del papa Francisco para la 54 Jornada Mundial de la Paz del 1 de enero de 2021, La cultura del cuidado como camino de paz

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Dr. Antoni Nello i Figa

Sacerdote diocesano de Barcelona desde 1979. Doctor en Teología moral por la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma (1994). Ha sido profesor titular de Antropología y Ética de la Facultad de Ciencias de la Salud Blanquerna de la Universidad Ramon Llull. También docente de Ética profesional en la Facultad de Psicología y Ciencias de la educación y del deporte Blanquerna de la misma Universidad. Jubilado de estas tareas, sigue dando clases de teología moral en la Facultad de Teología de Cataluña y es profesor estable del Instituto Superior de Ciencias Religiosas de Barcelona. Colabora pastoralmente en las parroquias del Poble Sec de Barcelona. Ha publicado su tesis Teorema de la opción fundamental (PUG, Roma 1995).

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