Cómo acercar la realidad de África a la Iglesia europea (IV)

Acabando el Concilio Vaticano II, una palabra tomó protagonismo: INCULTURACIÓN. Se ha escrito, estudiado y hablado tanto que sería una locura querer resumir la idea en pocas palabras. Pero la realidad de África nos empuja a intentarlo.
La INCULTURACIÓN nos hace mirar en primer lugar en nuestra casa para preguntarnos si todo lo que hacemos en nuestra vida de fe, de actitudes de persona creyente, responde a unos impulsos vinculados al mundo que nos rodea. En otras palabras: ¿nuestra fe tiene en cuenta el mundo que nos rodea?
Monseñor Anselmo Titianma Sanon de Burkina Fasso, expresidente de la Conferencia Episcopal del África Occidental Francófona y obispo dimisionario de Bobo – Dioulasso, dice en uno de sus escritos:
“Es necesario que nuestra tradición cultural se eleve y salga a la búsqueda del encuentro del Evangelio, y que este llegue a las más profundas raíces del evangelizado. El encuentro entre evangelizador y evangelizado crea una nueva situación: el evangelizador intenta adaptarse, el evangelizado no tiene porqué dejarse influenciar o dominar por la filosofía o teología de quien lo evangeliza. Es preciso que ambos comulguen en la diferencia. Nosotros presentamos a la Iglesia – Cuerpo de Cristo – como la Iglesia Familia de Cristo.”
Y una vez más, recordemos que “acercarnos” quiere decir conocer, entender, respetar y compartir.
El mismo título de estos comentarios ya contiene una ambigüedad real. ¿Cómo acercar la realidad de África a la Iglesia europea?, que debería ser: ¿Cómo acercar la Iglesia europea a la realidad de África?
El Obispo Sanon en su obra: “Enraizar el Evangelio” con traducción al castellano, dice:
“No hay, pues, una conclusión, sino los tres pasos que hemos tratado de dar: el encuentro, el descubrimiento, la tradición de recibir…”
Estos tres pasos son la invitación hecha a unos y a otros para reducir distancias y caminar juntos. Nuestra cultura occidental nos empuja a un “hacer para concluir un proceso” – y frecuentemente lo acabamos con un documento-, mientras que la cultura africana, generalizando mucho, nos lleva a un “caminar juntos para alcanzar un estado” socio-cultural, y por lo tanto, religioso. Las famosas iniciaciones africanas, como acciones sociales, culturales y definitorias del pueblo que las practicaban van por este camino.
La INCULTURACIÓN va más allá de asumir unos símbolos como si estuviéramos añadiendo flores a un ramo que ya está completo. No va de añadiduras.
Justamente comenta Mons. Sanon:
“Se trata de un proceso a la vez teológico y teologal que puede ser recibido solo sí, en aquellos que lo emprenden, la fe, la esperanza y la caridad están vivas, si la reflexión va unida a la oración.”
Acercarse a la realidad africana es un proceso, no siempre libre de trabas y dudas, tal y como es la vida real. Por eso, cada vez es más urgente salir del formulismo y dejar aparte estructuras que garanticen la seguridad a una de las partes, olvidando al otro, que en nuestro caso es una Iglesia enraizada en un continente con sus propios latidos de corazón y su característica huella humana.