…y demonios

El valor del arte quedaría muy mermado si se eliminaran todas las imágenes del mal que aparecen en los retablos y en las figuraciones artísticas de la Catedral

Los ángeles están siempre representados en el arte como seres ligeros, con alas, bonitos… a diferencia de los demonios, que se simbolizan como monstruos feos llenos de maldad. Y es que los demonios son seres a los que nadie debe querer ya que no son ejemplares porque «nos hacen caer en pecado», cree el Dr. Martí Bonet. Sin embargo, su valor en el arte es inmenso: retablos, pinturas, esculturas, clave de bóvedas… «Si se quitaran todas las representaciones de los demonios del arte quedaría muy mermado», considera Mn. Bonet.

La Catedral de Barcelona tiene sus propios demonios. Precisamente en el claustro de la Catedral, junto a la puerta de entrada, hay una figura enigmática encerrada entre rejas. Se trata de un murciélago que, en la antigüedad, tenía la función de candelabro y era allí donde se dejaban las llaves para abrir la puerta de la Catedral. Pero vulgarmente, se extendió la tradición de que aquel murciélago representaba un demonio: el famoso demonio de la Catedral.

Pero no es la única representación del mal que hay en la Sede del Obispo. Numerosos retablos y figuraciones artísticas contienen demonios como, por ejemplo, el del altar de San Antonio Abad. El diablo tentó a este santo con diversas visiones mortificantes y pecaminosas, pero él se resistió. Finalmente, una pléyade de demonios lo asaltaron de noche y le golpearon. La noche siguiente, los demonios retornaron a la cueva donde permanecía, convertidos en comadrejas, para reabrir las heridas. Dios lanzó un brazo de luz en la cueva que atemorizó a los diablos, que no volvieron nunca más.

La historia de los demonios

Los demonios son la parte negativa de la creación, seres que se rebelaron contra Dios y fueron condenados eternamente en el infierno.

Desde sus orígenes los escritores cristianos sostuvieron que el demonio fue creado por Dios como un ángel bueno que se separó de Dios, por un pecado. Nunca hubo en la Iglesia nadie que enseñara la existencia de un ser malo eterno como Dios o como un ser que fuera creado por Dios malo desde el principio. Es decir, se trata de un ángel bueno creado por Dios que se hizo malo por sus propios actos.

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