¡Viene y quiere nacer entre nosotros!, por el obispo Sebastià Taltavull

[El blog: Un nou llindar] Nuestra atención, cuando iniciamos el itinerario deAdviento, se centra en Jesús de Nazaret. Él será la esperanzada respuesta a nuestros interrogantes sobre cómo rehacer tantas situaciones humanas ancladas en una crisis perenne y, para muchos, sin perspectivas de solución. También la esperanza es puesta a prueba y la espera se alarga [...]

[El blog: Un nou llindar]

Nuestra atención, cuando iniciamos el itinerario deAdviento, se centra en Jesús de Nazaret. Él será la esperanzada respuesta a nuestros interrogantes sobre cómo rehacer tantas situaciones humanas ancladas en una crisis perenne y, para muchos, sin perspectivas de solución. También la esperanza es puesta a prueba y la espera se alarga sin límite.

Sin embargo, la solidaridad que emerge cada díahacia quienes más sufren es un signo de que nos adherimos a Jesús y a todo lo que hizo a lo largo de su vida hasta donarla por amor. «En Él —nos dice la Doctrina Social de la Iglesia— es posible reconocer el signo viviente del amor inconmensurable y trascendente del Dios con nosotros, que se hace cargo de las enfermedades de su pueblo, camina con él, lo salva y lo constituye en la unidad. En Él, y gracias a Él, también la vida social puede ser nuevamente descubierta, aún con todas sus contradicciones y ambigüedades, como lugar de vida y de esperanza, en cuanto signo de una Gracia que continuamente se ofrece a todos y que invita a las formas más elevadas y comprometedoras de comunicación de bienes» (CDSI 196). ¡Es la alegría del Evangelio!

Este tiempo, que es especial para la preparación de la celebración cristiana de la Navidad, aún se enmarca hoy en un contexto personal, familiar y social de crisis económica, de paro y de pocas perspectivas de salida, lo cual pide intensificar más nuestra generosidad y esfuerzo. La experiencia de la familia de Nazaret nos revela la sintonía de Dios con los más pobres, cuando Jesús mismo vive la exclusión social.

Este sorprendente y luminoso hecho puede hacernos abrir más los ojos y descubrir cómo acoger, cómo solidarizarnos, cómo amar más y situarnos junto a los que sufren, y con el esfuerzo de ayudarlos a recuperar la esperanza. Debemos eliminar la indiferencia y asumir nuevos gestos de fraternidad, como el que nos ha dado el papa Francisco abrazando y besando a aquel enfermo que, en el corazón de la ciudad, se había sentido tan excluido. ¡Es Jesús quien viene y quiere nacer entre nosotros! Adviento es esperarlo y acogerlo.

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