Ver con otros ojos

Debemos poder decir que «el que cree ve!». Sin embargo, es posible ver con otros ojos? Somos conscientes de una forma determinada de «ver» y también, en bastante ocasiones, estamos sujetos a «no ver más allá»

Debemos poder decir que «el que cree ve!». Sin embargo, es posible ver con otros ojos? Somos conscientes de una forma determinada de «ver» y también, en bastantes ocasiones, estamos sujetos a «no ver más allá». Lo he oído por la calle. Una madre de familia decía a una amiga suya que acababa de perder a su marido: «Si tienes fe, todo se ve de otra manera». Lo encuentro edificante. Esta frase dicha con el corazón me ayuda a descubrir personas que tienen una capacidad para «ver» de otra manera los acontecimientos y la vida en su complejidad. Ven con otros ojos!

No es quizás esta «nueva mirada» la que necesitamos para llegar a captar mejor tantas realidades que no percibimos de manera inmediata y son un reclamo para ser descubiertas? No es ésta la «mirada sacramental» que tanta falta nos hace para entender y vivir los misterios de nuestra fe? Decir que creemos en Dios nos lleva a afirmar a la vez algo que nos supera y que aceptamos como verdadera y, por nuestra adhesión confiada y libre, adquirimos una visión más profunda.

Los apóstoles vivieron esta experiencia al encontrarse con Jesús resucitado. El tiempo pascual nos lo sirve a diario. Aprovechamos esto! Dice el Evangelio que en el momento de partir el pan «se les abrieron los ojos» (Lc 24,31) y vieron! Cuántas veces decimos lo mismo: «Ahora lo veo claro!», y tal vez no hay evidencia, sino una luz que resplandece, una fuerza interior que nos abre a una dimensión nueva y nos hace vivir esa limpieza de corazón que ilumina la visión de Dios, hasta decir «felices los limpios de corazón, porque verán a Dios» (Mt 5,8).

Esta mirada de fe es la que nos mueve a orar, a celebrar ya vivir los sacramentos y, en los compromisos que se derivan, todo nuestro actuar cristiano. Educar desde pequeños y en cada etapa de la vida esta peculiar percepción de la realidad, seguro que nos ahorraría muchos problemas, tanto a nivel humano como cristiano, que aparecen como fruto de cuestiones no resueltas. Necesitamos poner buenos fundamentos.

 

Sebastià Taltavull Anglada
Obispo auxiliar de Barcelona

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