«Unos orígenes muy humildes», por el obispo Sebastià Taltavull

A las puertas de la fiesta de Cristo Rey, último domingo del Año litúrgico, el Evangelio, refiriéndose a Jesús clavado en la cruz, dice que sobre él había un rótulo que decía «el rey de los judíos» Es el anuncio de una condena a muerte por llamarse «rey». Jesús está acusado de este delito que, según [...]

A las puertas de la fiesta de Cristo Reyúltimo domingo del Año litúrgico, el Evangelio, refiriéndose a Jesús clavado en la cruz, dice que sobre él había un rótulo que decía «el rey de los judíos» Es el anuncio de una condena a muerte por llamarse «rey». Jesús está acusado de este delito que, según él, atentaba contra la soberanía del gobernante de turno. No lo aceptaron, no quisieron entenderlo, no reconocieron sus obras y le persiguieron hasta decretar injustamente su muerte.

Asumiendo esta realidad y aunque parezca una contradicción, Jesús triunfa desde la Cruz. Un triunfo extraño e incomprensible, que explica cuáles son los planes de Dios para que surja la vida y muestre su victoria sobre la muerte. Una noticia inédita que abre los corazones a la esperanza y empieza a hacerse promesa en el propio Calvario. El cambio del corazón, la conversión hace que quien se reconoce pecador encuentre en Cristo una palabra de perdón y salvación. Por eso llega a decir: «¡Hoy estarás conmigo en el paraíso!» Estamos ante la canonización más rápida de la historia y en directo.

La buena noticia que nos llega nos hace ver qué tipo de «reino» es este reino de Jesús, qué «vida es la que promete y qué «compromiso» es el que propone. La persona humana será su primera opción y con la preferencia por los más pobres, la defensa y la recuperación de su dignidad. Estamos ante un «rey» diferente, que rechaza triunfos humanos, espectacularidad fácil, aplausos postizos, prestigio, abuso de poder, dominio sobre los otros, y sólo busca la humildad, la sencillez y el servicio hasta el extremo de dar la vida.

La novedad de este «reino» es que se encarna plenamente en nuestro mundo para transformarlo según Dios.Todos estamos comprometidos, cada uno desde su responsabilidad. He aquí la aportación que los cristianos debemos hacer a nuestra sociedad cooperando a que sea un hecho este nuevo estilo: el de un reino de verdad y de vida, un reino de santidad y de gracia, un reino de justicia, de amor y de paz.

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