Una pelota a cambio de piedras

[Sebastià Taltavull] Cada día aprendemos. Y, qué bien si aprendemos cosas buenas. Me ha emocionado conocer la vida de un sacerdote y todo el bien que hizo en su parroquia y, desde ella, sirviendo a la gente del barrio en un momento de necesidad de mucha cohesión social. Una persona encarnada que respiraba al ritmo [...]

[Sebastià Taltavull]

Cada día aprendemos. Y, qué bien si aprendemos cosas buenas. Me ha emocionado conocer la vida de un sacerdote y todo el bien que hizo en su parroquia y, desde ella, sirviendo a la gente del barrio en un momento de necesidad de mucha cohesión social. Una persona encarnada que respiraba al ritmo de las justas aspiraciones que nacían de un ambiente sediento de formación, de solidaridad y de ayuda a los más pobres. Ahora, ha sido la propia sociedad la que ha reconocido su testimonio de sacerdote en medio del pueblo, tal y como nos pide la gente que seamos, porque así también lo pide Jesús.

La escuela, la catequesis, los jóvenes, todo lo que puede asegurar un futuro diferente para una sociedad que queremos nueva. La construcción de la iglesia parroquial vendría después y ofrecerla a una comunidad en crecimiento. Hoy vemos el resultado, el de unas familias que sintonizan con el Evangelio y se preocupan para que la relación humana en el barrio sea cada día más un ejemplo de convivencia. Junto a las personas, entre ellas y a su servicio hay mucho que hacer cada día, hasta dar la vida, como Jesús. Veo así la misión de la Iglesia y de quienes la formamos.

El reconocimiento público de la entrega de este sacerdote, muerto durante la guerra, refugiado en su casa y tuberculoso le ha dedicado una calle muy cerca de la parroquia. Su sobrino, también sacerdote, entre muchas otras cosas del bien que realizó, nos ha contado que un día, en medio de la calle, unos chicos le tiraron piedras, pero él respondió dándoles una pelota para que aprendieran a actuar de otra manera. Una pelota a cambio de piedras. Una propuesta de paz a cambio de violencia. Es toda una lección, todo un arte de humanidad saber hacerlo, que muestra la auténtica cara del Evangelio y que en estos tiempos deberíamos aprender bien todos.

También estos días presenciamos respuestas violentas a actidudes pacíficas de reivindicaciones justas. Sin embargo, no podemos desfallecer trabajando por la paz y el diálogo, porque sabemos bien, como dice el salmo, que el amor y la fidelidad se encontrarán, se besarán la justicia y la paz.

Sebastià Taltavull Anglada

Obispo auxiliar de Barcelona

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