Un Sant Jordi de estrenas en el Palau
El arzobispo celebra la misa solemne con el obispo Taltavull y el cardenal Martínez Sistach, quien en la homilía expresa "la voluntad de mantener nuestras esencias como nación con una identidad abierta y acogedora"

El Palacio de la Generalidad de Cataluña celebró el día de Sant Jordi con el nuevo presidente de Cataluña Carles Puigdemont, que asistió por primera vez a la misa solemne de la capilla Sant Jordi, presidida por el arzobispo de Barcelona Mons. Joan Josep Omella. Este antes de la tradicional benedicción de las rosas, tal como se hace en este día señalado, presidió la celebración con el obispo auxiliar Sebastià Taltavull y el cardenal arzobispo emérito Lluís Martínez Sistach, que pronunció la homilía.
Día de estrena
Fue un 23 de abril en el Palau diferente del de los últimos años. Nuevo presidente, nuevo arzobispo y tres obispos conduciendo la misa solemne en honor al Patrón de Cataluña. Tanto Omella como Puigdemont estrenaban en este tradicional acto que tiene lugar en Sant Jordi, en el que asistieron diversas personalidades eclesiales y políticas.
Entre las personalidades destacadas había el ex presidente de la Generalitat, Artur Mas, y su predecesor José Montilla, así como Oriol Junqueras vicepresidente del gobierno. Por parte de la institución religiosa, destacaban, Joan E. Jarque, prior capilla San Jorge, Mn. Guiteres, decano de la catedral, Mn. Galtés vicario episcopal del Arzobispado, y no faltó el cura de los bomberos y de los Mossos, Mn. Fernández.
«Somos un pueblo que vive»
El cardenal Lluís Martínez Sistach pronunció la homilía, en la que hizo especial hincapié en el camino que Cataluña ha hecho hasta ahora y su carácter abierto y acogedor. «Cataluña es un pueblo que hace más de mil años que camina por los senderos de la historia, somos un pueblo que vive, por eso somos un pueblo cambiante. Pero también permanente, con la voluntad de mantener nuestras esencias como nación con una identidad abierta y acogedora. Hemos estado y debemos ser siempre aquella «tierra bendita y poblada de lealtad».
Resaltó la implicación de la Iglesia durante todos estos años en la sociedad catalana, en la que quedan grabadas las «huellas que los cristianos han dejado». «Nuestra savia cristiana llenó de vida del árbol tierno de nuestro país naciente», la cual según dijo, «no ha dejado de correr por sus fibras y hacer frondoso árbol de la patria común». Sin embargo, citó el documento de los obispos catalanes «Raíces cristianas de Cataluña ‘cuando dice que» el nacimiento, la historia y la cultura de Cataluña son intensamente empapados de cristianismo».
Martínez Sistach habló de los valores de la Iglesia en la sociedad, donde actúa como «propuesta enriquecedora que apela al valor trascendente y salva a la sociedad del riesgo de un pensamiento único, que todo lo allana y uniformiza», dijo. Además del papel de la institución eclesial, habló sobre la labor política y la «grandeza de esta vocación», que debe «buscar el bien de las personas» y «atendiendo preferencialmente a los pobres y necesitados».
Dos obsequios para Cataluña
El arzobispo Juan José Omella intervino al final de la celebración, ofreciendo a los miembros del gobierno i a los presentes dos obsequios para este día de San Jorge, ni un libro ni una rosa, sino, dos presentes más valiosos para Cataluña.
Por un lado, «la estima al gobierno, en Barcelona y en Cataluña», a pesar de los «pocos meses que soy aquí – dijo Omella- empiezo a querer este pueblo y esta gente que sé que también me ama». En segundo lugar ofreció la colaboración de la Iglesia, la que según añadió «camina en Cataluña y en Barcelona con las instituciones y asociaciones que trabajan por el bien común de esta sociedad de Cataluña».
Bendición rosas
Tras la celebración, los tres obispos acompañados del presidente Puigdemont bajaron al patio interior del Palacio, donde había las diferentes paradas con los vendedores ya instalados. Tras pronunciar la bendición, Juan José Omella dedicó una feliz día de Sant Jordi a todos los presentes y, a continuación, esparció agua bendita sobre las rosas. Parada tras parada fue bendiciendo y saludando a los vendedores, con quien se fotografió junto con el presidente, el obispo auxiliar y el cardenal.
Este fue el punto de partida de esta fiesta de Sant Jordi, que reporta al palacio las raíces cristianas de Cataluña y la enriquece del color de la rosa.