Un canto a la vida
De repente, el alba se alzó con toda su majestad y dijo: «Como yo, el alba, soy el inicio del día, así la vida es el inicio de la eternidad.»

Era un radiante día de verano, un día muy hermoso. Hacia el mediodía, en el bosque se hizo un gran silencio. Todo estaba tranquilo. De repente, un pinzón levantó la cabeza y preguntó: «Si bien se mira, ¿qué es la vida?» Y todo el bosque quedó paralizado, porque aquella era una cuestión muy difícil y todos se sintieron muy interpelados.
Justo en aquel momento, la rosa eclosionaba. Poco a poco, sacaba una hoja tras otra. La rosa dijo: «La vida es un crecimiento.» La mariposa no acostumbraba a tener pensamientos tan elevados. Ella solía volar tranquilamente de flor en flor y dijo: «La vida está llena de sol y vida.» Más abajo, a ras de suelo, una hormiga se afanaba en cargar una brizna de paja más grande que ella, y dijo: «La vida solo son penas y trabajo.» He aquí que compareció un topo que, sacando la cabeza por un agujero, también quería intervenir: «La vida es una lucha en la oscuridad.» Comenzó a caer una lluvia fina. La lluvia dijo: «La vida solo es un raudal de lágrimas.»
Junto al mar, las olas chocaban unas contra otras, rompían contra las rocas y después se quejaban diciendo: «La vida es una lucha inútil por la libertad.» Sobre estas olas planeaba un águila que dibujaba círculos muy orgullosa, y dijo: «La vida es un esfuerzo para volar siempre muy alto, hacia arriba.»
No muy lejos había un prado. La fuerza de la tormenta parecía que lo había decantado hacia un lado, y dijo: «La vida siempre es agacharse bajo un poder mayor.» Ya se hizo tarde y llegó la noche. Un búho de silencioso vuelo iba de rama en rama, y dijo: «Vivir significa aprovechar la ocasión cuando los demás duermen.» Al caer la noche, el bosque era un gran silencio. Un chico regresaba a casa. Había salido a divertirse con unos amigos y dijo: «La vida es una búsqueda constante de felicidad y una cadena de decepciones.» De repente, el alba se alzó con toda su majestad y dijo: «Como yo, el alba, soy el inicio del día, así la vida es el inicio de la eternidad.»
Es un cuento que había comentado a menudo con los jóvenes y nos había hecho mucho bien. Ahora quiero compartirlo con vosotros.
Sebastià Taltavull Anglada
Obispo auxiliar de Barcelona
Administrador apostólico de Mallorca