Sor Cristina, ganadora de «La Voz» italiana
La monja ursulina afirma que "todo esto ha pasado porque afuera hay una sed de alegría, de amor, una sed de un mensaje bello y puro"

Sor Cristina Scuccia, la revelación de la versión italiana de «La Voz», se proclamó este jueves ganadora del programa. Para celebrarlo, invitó a todo el público a rezar conjuntamente un Padre Nuestro. «Mi sueño es rezar todos juntos cogidos de la mano. Quiero que Jesús entre aquí dentro, entre nosotros», dijo Scuccia antes de iniciar una oración que fue acompañada por algunos y respetada en silencio por todos.
La monja ursulina logró tocar el cielo gracias al 62% de los votos emitidos por la audiencia, que le concedieron, además, un contrato discográfico con la productora Universal.
Sed de alegría y amor
Antes, se vivió una gala final apasionante. El punto álgido del programa se vivió cuando Sor Cristina, acompañada y animada por algunas de sus hermanas ursulinas, cantó una canción propia. Lungo la deriva, un tema rítmico y de estética gospel.
Finalizada la actuación, una de las grandes referentes de la música italiana, la cantante Raffaella Carrá, aseguró que Cristina había nacido para «vivir sobre un escenario». Le preguntó si era una verdadera religiosa y qué pensaba del Papa Francisco. Su respuesta fue elocuente: «Todo esto ha pasado porque afuera hay una sed de alegría, de amor, una sed de un mensaje bello y puro».
Una vida de cuento de hadas
Como en un cuento de hadas, una chica sueña en ser una cantante famosa, participa sin éxito a castings de programas cazatalentos. Pero ella insiste, hasta que llega la edición italiana de La Voz, en la segunda cadena pública italiana. Y se convierte en un fenómeno aclamado por el público y adorado por el jurado. Sor Cristina comienza a brillar con luz propia, sus menciones acaparan Twitter durante el programa cada miércoles y su vídeo de debut alcanza los 50 millones de personas.
Cristina vivió hasta los 19 años a los pies del volcán más alto de Europa, el Etna, en una localidad de 30 mil habitantes de la Sicilia oriental. Padre obrero, madre ama casa. Tenía novio y frecuentaba la Universidad. En 2008, actuó en un musical sobre la Congregación de las Ursulinas y decidió quedarse en la Academia artística de la misma congregación, dirigida por Claudia Koll, ex actriz erótica que cambió de carrera después de una súbita conversión. Allí decidió hacerse novicia.
«Tengo un don y os lo doy», se presentó con la timidez de quien no está acostumbrado a los focos. «Espero de un momento a otro la llamada del papa Francisco», bromeaba. «Dice que hay que abrirse al mundo. Vengo a testificar que Jesús es alegría».