Sobre «Los más bellos nombres de Dios»

La Fundación Joan Maragall acoge una ponencia con el ex presidente del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso presentando por el obispo Taltavull

El antiguo presidente del Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso, el Arzobispo Mons. Michael Fitzgerald, dio una ponencia en la Fundación Joan Maragall bajo el título «Los más bellos nombres de Dios», basada en su libro. En éste, se hace una exposición que reflexiona sobre la concepción de Dios desde el Islam y desde el Cristianismo.

Introducción

El obispo auxiliar de Barcelona, ​​Sebastià Taltavull, fue el encargado de presentar el invitado y de enmarcar la temática. Introdujo la ponencia destacando la importancia del diálogo interreligioso hoy en día en la situación que rodea el mundo y añadió una referencia del Francisco al Evangelio Gaudiuum. Concretamente, se refirió a la relación entre cristianos y musulmanes,  que destaca el Papa, el cual expresa la importancia de la relación con los creyentes del Islam.

Citando al pontífice, Taltavull dijo sobre los musulmanes: «conservan parte de las enseñanzas cristianos, y es de admiración ver cómo dedican tiempo diario a la oración y participan activamente de su rito religioso. Reconocen la responsabilidad de responder con compromiso ético y con misericordia hacia los más pobres».

Imitar a Dios

Mons. Fitzgerald, por su parte, destacó la necesidad de imitar a Dios. Según explicó, los musulmanes piden imitar los atributos de Dios. Según dijo, «Si debe realmente existe, nosotros debemos imitar sus cualidades. Si Dios verdaderamente es misericordioso, nosotros también debemos ser misericordiosos, si dios es fiel, la fidelidad también nos implica a nosotros. Imitando Dios debemos ser fieles, debemos ser custodios unos de otros. Es lo que dijo Jesús sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso con vosotros».

Mencionó los diferentes tipos de diálogo existentes, entre los que destaca el de vida, el de acción, el de discurso y el de la experiencia religiosa. Es este último, dijo, «un diálogo en el que las personas arraigadas en sus propias tradiciones religiosas comparten las riquezas espirituales como la oración y la contemplación, a la fe ya las vías de la búsqueda de Dios o del absoluto».

Fitzgerald destacó los 99 nombres divinos que contempla el islam. De los que seleccionó unos en función de un plan de meditación, basado «a grandes rasgos» en los Ejercicios Espirituales de San Ignacio. Estos nombres elegidos son ocho: el Creador que sostiene su creación; El Dios trascendente, es decir, Dios en Él mismo; el Dios inmanente, Dios-con-nosotros; el Dios del amor y del perdón; el Rey Todo-Poderoso; el Dios que guía; el Dios generoso; y Dios, nuestra Paz.
En el libro que presentaba Fitzgerald las reflexiones en torno a estos nombres se presentan paralelamente a textos del Corán y la Biblia tanto en el Nuevo como en el Antiguo Testamento, «con la esperanza fijada, en el que poner en paralelo alelo estos dos textos podrá llegar a tocar tanto la inteligencia como el corazón».

Sin embargo citó un texto de la carta del Grupo de Investigación Islamocristià (GRIC), para explicar si es o no legítimo inspirarse con otros textos:

«Musulmanes y Cristianos no piensan sólo la palabra divina que funda la fe, cada uno por su parte, sea una posesión nuestra exclusiva. La persona de Jesús y el Testigo de la fe de los Apóstoles en el Nuevo Testamento son las bases de la fe cristiana, pero el fenómeno histórico de Jesús de Nazaret y el texto de los escritos del Nuevo Testamento son hechos y documentos accesibles para todo hombre. El Corán y la Tradición auténtica del Profeta son las bases de la fe musulmana, pero el texto del Corán y la vida de Mahoma se insertan en la historia general de la humanidad y forman parte de su patrimonio espiritual.

Es por esta razón por la que admitimos cada uno por su parte otras lecturas que no sean sólo nuestra».


Para terminar se leyó el fragmento en el que el profeta Moisés se encuentra con Dios momento que aparece tanto en Alcora y en la Biblia, e hizo una demostración de las similitudes y diferencias que muestran en este caso los dos libros sagrados.

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