Servir a los pobres

Esta acción no es exclusiva de la Iglesia, a pesar de que para nosotros es totalmente inclusiva, tanto, que de no ser así perderíamos nuestra identidad cristiana

Esta acción no es exclusiva de la Iglesia, a pesar de que para nosotros es totalmente inclusiva, tanto, que de no ser así perderíamos nuestra identidad cristiana. Los obispos lo decimos en una instrucción pastoral que hemos aprobado en la última reunión plenaria y que entre todos deberíamos difundir mucho. Era necesaria esta voz y también a nosotros nos era necesario decirla, a pesar de que siempre ha habido declaraciones y acciones concretas que se han hecho oír. Principios de la Doctrina Social como la dignidad de la persona, el destino universal de los bienes, la solidaridad, la defensa de los derechos y promoción de los deberes, el bien común, el principio de subsidiariedad y el derecho a un trabajo digno y estable, son principios clave que queremos que iluminen nuestra realidad personal y colectiva.

Esta luz, que proviene de Jesús, puede hacer desaparecer todo lo que es un azote para la dignidad humana, como la dolorosa situación de paro, la crisis familiar, la nueva forma de pobreza que es la inmigración, el mal moral de la corrupción, los actos terroristas con disfraz religioso y la escandalosa cifra de abortos. Hay un hecho innegable que sin duda está en la base de todo: el empobrecimiento espiritual, fruto de una falta de atención espiritual que —según el papa Francisco— constituye la peor discriminación que sufren los pobres (cf. EG 200). Debemos ir a las raíces de la pobreza y hacer camino con los pobres tocando sus llagas y compartiendo su sufrimiento. No funciona el mando a distancia.

Proponemos revisarnos a fondo y descubrir alternativas a situaciones aparentemente irreversibles. Las cifras oficiales muestran un aumento de la desigualdad y de la exclusión social, lo cual representa una seria amenaza a largo plazo. Una economía basada únicamente en la lógica del crecimiento debe dar paso a otra forma que sitúe a la persona humana como primer valor. Por eso, desde la fe cristiana debemos ser atrevidos y creativos, sobre todo cuando sabemos que el privilegiado servicio a los pobres está en el corazón del Evangelio.

 

Sebastià Taltavull Anglada

Obispo auxiliar de Barcelona

 

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