Sembrar esperanza

La Iglesia está presente y actuando, ayudando y sufriendo con su pueblo, seguros de que todo lo que se reciba del exterior será bien distribuido a través de las parroquias y sus unidades de Cáritas

Puede ser lo que más necesitamos. Cada uno en su lugar y siendo responsable. Con ingenio, con creatividad, pero sobre todo con confianza. La invitación nos viene de lejos y de muy cerca, porque nos sentimos más unidos que nunca con la oración y con el amor que se hace gesto de solidaridad. La invitación nos viene de Ecuador, sin olvidar otros lugares. Es un momento —nos dicen desde este país hermano— en el que Dios nos quiere humildes, resistentes, solidarios y fraternos; es el momento de sembrar esperanza, el momento de sentirnos hermanos, amigos y compañeros.

Las palabras del obispo de Portoviejo, una de las zonas más afectadas por el terremoto, han valorado la religiosidad del pueblo que pide la bendición antes que otro tipo de ayuda. La Iglesia está presente y actuando, ayudando y sufriendo con su pueblo, seguros de que todo lo que se reciba del exterior será bien distribuido a través de las parroquias y sus unidades de Cáritas. Ahora, a dos semanas de la desgracia, se entra en la situación más difícil y el esfuerzo de reconstrucción necesita la aportación generosa de todos.

Estos días, estamos compartiendo con los ecuatorianos que viven entre nosotros el dolor y la oración. Algunos de ellos nos comentan la tragedia de algunos de sus familiares y no cesan de pedir la bendición del Señor. Estamos —dicen— ante una inmensa oportunidad para decirnos a nosotros mismos que somos humanos y que no podemos dejar de serlo. Por eso, nos emociona ver a tanta gente movilizada.

Las consecuencias en el presente, a medio y largo plazo son aún imprevisibles, sin embargo el ánimo que pide unidad y solidaridad no cede ante la depresión, la desesperanza y el dolor. El propio espíritu mueve a un trabajo infatigable allí donde la desolación está destruyendo a personas y pueblos enteros. Hemos leído que la emoción por el dolor es sustituida por la emoción de colaborar y que, con la ayuda de Dios y la solidaridad de todos, es posible seguir adelante. ¡Cuánta fe! Otra vez, y porque hacemos igual que él, el ejemplo es el buen samaritano.

 

Sebastià Taltavull Anglada

Obispo auxiliar de Barcelona

¿Te ha interesado este contenido? Suscríbete a nuestro boletín electrónico. Cada semana, la actualidad de la Iglesia diocesana en tu correo.

Te interesará ...