Sembrar entre lágrimas
Para muchos cristianos y otros creyentes, estos últimos tiempos son complicados. Como si viviéramos un perenne Viernes Santo donde el drama de nuevos cruficados se sumara al enigma de la cruz de Jesús

Para muchos cristianos y otros creyentes, estos últimos tiempos son complicados. Como si viviéramos un perenne Viernes Santo donde el drama de nuevos cruficados se sumara al enigma de la cruz de Jesús. Las comunidades y grupos cristianos no sólo nos solidarizamos con todos los posicionamientos que manifiestan su rechazo a la violencia, sino que, además hacemos oración y serio compromiso para trabajar siempre a favor de la justicia, la paz, la reconciliación, la misericordia y el perdón.
Lógicamente, estamos preocupados por el ambiente de tensión social e inseguridad que se está creando desde hace poco. Muchos padres y educadores están preocupados cuando detectan reacciones violentas en sus hijos y alumnos, y también cómo el miedo se está apoderando tanto de ellos como de ellas, y se preguntan: ¿cómo educar para una convivencia en paz en casa y en las aulas? De parte de Jesús, los cristianos hemos recibido el mandamiento del amor y sabemos que estamos llamados a amar «tal y como» él lo ha hecho.
El papa Francisco, citando la exhortación apostólica Evangelii nuntiandi del beato Pablo VI, nos dice que «recobremos y acrecentemos el fervor, la dulce y confortadora alegría de evangelizar, incluso cuando hay que sembrar entre lágrimas…» (EG 10; EN 80). El ejemplo que dan muchos cristianos y musulmanes de buena fe en los países donde la persecución y el martirio están desestabilizando la pacífica convivencia de muchos grupos humanos y atentando contra su dignidad, nos interpela fuertemente sobre la calidad de nuestro cristianismo y la manera como lo vivimos y contagiamos.
«Los cristianos —dice Francisco— insistimos en nuestra propuesta de reconocer al otro, de sanar las heridas, de construir puentes, de estrechar lazos y de ayudarnos “mutuamente a llevar las cargas” (Ga 6,2)» (EG 67). En diferentes ocasiones ha puesto de relieve el valor de las lágrimas, en tanto que expresan una total empatía y solidaridad con quienes sufren la violencia de una persecución religiosa y étnica inaceptable. Aunque sea entre lágrimas, debemos seguir sembrando el Evangelio.
Sebastià Taltavull Anglada
Obispo auxiliar de Barcelona