Santo y Doctor de la Iglesia
"Estamos ante un hombre excepcional, en su dimensión humana intelectual, pero sobre todo en su dimensión cristiana, expresión de una fe profunda en el Dios que es Amor"

Parece que así será. Es el reconocimiento de un hombre extraordinario, Ramón Llull, laico, entregado a la causa del Reino para hacer inteligible en el corazón de la humanidad el misterio del amor de Dios. Lo vive así: «Dijo el amigo al Amado: Yo no he dejado de amaros, desde el día en que os conocí. Pues en Vos y por Vos y con Vos he estado, dondequiera que estuviese. Respondió el Amado: Ni yo, después que tú me hubieses conocido y amado, nunca te he olvidado ni jamás te he engañado ni te he fallado.»
Ciertamente, estamos ante un hombre excepcional, en su dimensión humana intelectual, pero sobre todo en su dimensión cristiana, expresión de una fe profunda en el Dios que es Amor, actitud y don que le llevan a ser misionero de la coherencia con la que el hombre puede situarse frente al mundo, descubrir y hacer presente en él al Dios que ama. Una personalidad calificada de extraordinariamente rica, única, fascinante y encantadora. Así, nos es humilde vehículo para encontrar el lugar de la fe en el corazón de la vida, en la organización de las relaciones humanas, familiares, sociales, educativas, interreligiosas e institucionales.
El testimonio de Ramón Llull nos orienta a encontrar el punto de equilibrio de una auténtica laicidad que favorezca el sentido de Dios en el corazón del mundo, precisamente cuando tanta gente se pregunta por el sentido de la vida en medio de dudas y decepciones. Su sensibilidad le conecta con cualquier inquietud cultural para orientarla a encontrar la vía del espíritu, justamente allí donde la razón tan humana puede devenir búsqueda sincera de aquella fuente que sacia de sentido.
La canonización de Ramón Llull nos ayudará sin duda a abrir los ojos a un nuevo camino de comprensión de la vida y de las personas desde el valor del amor, y la declaración de Doctor de la Iglesia hará un excelente servicio de apertura al diálogo entre el pensamiento y la fe, espacio necesario para organizar nuestra sociedad desde unas nuevas premisas, al menos las que no olvidan que el amor de Dios es su razón y fundamento.
Sebastià Taltavull Anglada
Obispo auxiliar de Barcelona
Administrador apostólico de Mallorca