Samaritanos urbanos, héroes silenciosos
Sacerdotes, diáconos y voluntarios hacen menos dolorosa una época complicada para muchas familias de nuestro entorno a través de una laboriosa pero gratificante tarea de donación de alimentos Un maestro de la ley se acercó a Jesús para encontrar respuesta a una difícil cuestión: «¿Quién es mi prójimo?». Jesús entonces contestó explicándole la siguiente historia. Narrada [...]

Sacerdotes, diáconos y voluntarios hacen menos dolorosa una época complicada para muchas familias de nuestro entorno a través de una laboriosa pero gratificante tarea de donación de alimentos
Un maestro de la ley se acercó a Jesús para encontrar respuesta a una difícil cuestión: «¿Quién es mi prójimo?». Jesús entonces contestó explicándole la siguiente historia. Narrada en el Evangelio según san Lucas, la parábola explica cómo un judío estaba de viaje y es atacado por unos bandoleros que lo dejan malherido y sin dinero al borde de un camino. Un sacerdote judío pasó por su lado y lo ignoró, lo mismo hizo un rico levita que trabajaba en el templo. Posteriormente vino un samaritano pobre, que le llevó a un hostal donde pagó para que lo curaran y le ayudaran hasta su recuperación.
-Jesús preguntó al maestro de la ley: cuál de los tres hombres fue el verdadero prójimo del hombre herido por los bandidos?
-El maestro respondió : “quien se preocupó por él y lo cuidó».
-Y Jesús: Ahora ya sabes , tú tienes que hacer lo mismo que el samaritano.
Sacerdotes , diáconos y seglares de muchas parroquias de Barcelona , a través de un gran esfuerzo y de una desinteresada labor, siguen el camino del buen samaritano ayudando a muchas familias necesitadas a través de la organización de donaciones de comida y ropa. No esperan nada a cambio, no quieren que se haga difusión, sólo los mueve el sentimiento gratificante que produce estar al lado de quien más lo necesita.
Una vida al lado de la gente
La Parroquia de la Luz de Hospitalet de Llobregat está dirigida desde hace 47 años por el cura Pepe Morillo. Es un hombre conocido y respetado en el barrio. Si se visita un poco perdido esta zona, y se pregunta por la ubicación de la parroquia, rápidamente es indicado con expresiones de efecto hacia su cura . «Hombre ! El padre Morillo!” o “dale recuerdos de mi parte » son reacciones naturales que demuestran cómo es valorado todo el esfuerzo de tantos años.
«Esta es una parroquia que ha nacido con el barrio. La gente está muy familiarizada con ella «, afirma Mn Morillo . Buena parte del movimiento de la inmigración española de los años 60 procedente de Extremadura y Andalucía que se instaló en l’Hospitalet encontró apoyo en este presbítero, que actualmente aún dirige y organiza las donaciones que guarda en un gran almacén dado por una compañía de luz.
«Se trata de una donación que nos hicieron años atrás . De hecho, el nombre de la iglesia se debe a que toda la inmigración que se instaló en esta zona eran trabajadores que contrató esta empresa» , explica como curiosidad Mn Morillo. Se trata de un eclesiástico que representa a la perfección el papel que pide el Papa Francisco a la Iglesia. Proximidad con el pueblo, implicación diaria, no sólo los domingos a misa. Huir del cristianismo «de fachada» que tanto critica el pontífice argentino.
¿Cómo funciona el reparto?
Los actos de caridad siempre implican valores como generosidad y humildad, los cuales están estrechamente ligados a la discreción. Tal como decía Sor María, una monja centenaria que aparece en el film «La grande bellezza» del italiano Paolo Sorrentino, «la pobreza no se explica, se vive». Por este motivo, esta tarea queda a veces silenciada, generando dudas entorno al procedimiento y método de estas parroquias. ¿Qué criterio utilizan para hacer estas donaciones? Cómo se organizan? ¿Qué entidades colaboran? ¿Qué tipo de alimentos se ofrecen? ¿Qué días?
El Banco de Alimentos, que se convierte en el principal suministrador de alimentos de todas las iglesias, es una fundación benéfica privada, independiente y sin ánimo de lucro que tiene como objetivo luchar contra el hambre, haciendo llegar alimento a las personas más necesitadas de nuestro entorno más inmediato .
«No quiero dinero, quiero comida»
Mn . Alfredo Valladares y el diácono Jaime Camarasa se hacen cargo de cáritas de la parroquia de la Virgen de Fátima desde hace 3 años. Empezaron a pequeña escala y han ido creciendo hasta actualmente cubrir a 500 familias, que en número de personas, que es como lo calcula el banco de alimentos, son 917.
«No quiero dinero, quiero comida», afirma Camarasa . Seguramente esta filosofía es la que ha propiciado el gran crecimiento de esta parroquia . La ayuda que reciben del Ayuntamiento y de Cáritas Diocesana a veces no es suficiente. Por eso, Jaume realiza una tarea de búsqueda constante de nuevos proveedores y donantes. » Me encargo de ir por las industrias, busco colaboraciones de amigos, gente anónima», dice el diácono .
Camarasa aprovecha todo tipo de oportunidades para conseguir su objetivo . «Enterré a la abuela de una de las gerentes de un importante supermercado. Después de reunirnos llegamos a un acuerdo el cual ella me da carne y pescado un día antes de caducar y nosotros automáticamente lo congelamos», explica. Gracias a este sistema , la parroquia puede ofrecer producto fresco. Tres congeladores dados por una radio barcelonesa sirven para conservar en perfectas condiciones todo el abastecimiento.
El diácono subraya la importancia que tienen todos los voluntarios del barrio, ya que «sin su pasión y dedicación sería imposible». Bromea cuando define a su grupo de trabajo. «Unas chicas jóvenes de 80 años que les cuesta caminar, pero que cuando llegan, hacen bolsas y suben y bajan cajas como si nada».
Observando todo el trabajo y tiempo que supone este cometido, la gente se puede llegar a plantear por qué tanto esfuerzo sin nada a cambio. Camarasa lo resume con un sentimiento que comparten muchos de los implicados: «Soy un egoísta. Porque me siento feliz haciendo feliz a los demás. Y por eso lo hago, para hacerme feliz. Para mí no necesito nada. Tal como dice el Papa, necesitamos a un clero cercano a la gente, con olor a oveja, no a Varon Dandy».