Sal de alianza y buen sabor para vivir
[Sebastià Taltavull] Este año, celebrando el Año de la Fe y fijándonos en el seguimiento de Jesús, hemos escuchado muchas veces que «no podemos dejar que la sal se vuelva sosa y la luz permanezca oculta», y se nos dice que «debemos descubrir de nuevo el gusto de alimentarnos con la Palabra de Dios, transmitida fielmente por la [...]

Este año, celebrando el Año de la Fe y fijándonos en el seguimiento de Jesús, hemos escuchado muchas veces que «no podemos dejar que la sal se vuelva sosa y la luz permanezca oculta», y se nos dice que «debemos descubrir de nuevo el gusto de alimentarnos con la Palabra de Dios, transmitida fielmente por la Iglesia, y el Pan de la vida, ofrecido como sustento a todos los que son sus discípulos». Más que un comentario, he pensado que hoy la respuesta podría ser una oración compartida, un diálogo directo con Jesús.
«Hacia ti, Jesús, dirigimos la mirada y el corazón, el caminar y el deseo, el ser y el actuar, todos los que sabemos que nos has llamado a ser apóstoles, hoy. Hacia ti, Jesús, orientamos la respuesta a tu propuesta.
Nos pides estar, estar presentes allí donde estemos. Nos pides huir de la tentación del aislamiento voluntario, que nos obligaría a no querer descubrirte entre nosotros.
Aleja de nosotros, Señor, todo prejuicio, toda prevención, todo preconcepto que nos impediría acoger libremente la Palabrade tu Evangelio, que es sal de alianza y buen sabor para vivir. Jesús, míranos con amor, para que entendamos cómo Dios Padre nos mira a nosotros y aprendamos a mirar también así nosotros.
Conoces nuestros débiles compromisos: a menudo no pasan de miedosas decisiones o de ser reducidas o dispersas actividades.
Nos quieres como la sal, portadores de energía, la de tu Espíritu, portadores de alianza, unificadores en medio de las diferencias, capaces de fundirnos entre las personas que tú amas, para que tu amor se haga presente y dé gusto estar contigo.
Concédenos que se mantenga siempre viva en nosotros la memoria de tu misterio pascual, misterio de muerte y de vida para que gane la vida, misterio de saber perder para poder ganar siempre. Danos el gusto por las cosas de Dios, abriéndonos a todos el camino de la máxima bienaventuranza.»
¡Gracias, amigos y amigas, por poder rezar juntos! No dejemos que la sal se vuelva sosa ni que la luz permanezca oculta. El Evangelio es para ser anunciado, de palabra y con hechos.
Sebastià Taltavull Anglada
Obispo auxiliar de Barcelona