Rosa Deulofeu, camino de los altares

El Cardenal Sistach presidirá la sesión de apertura diocesana de la causa de beatificación de la sierva de Dios, que tendrá lugar en el Seminario Conciliar de Barcelona el próximo 13 de julio

Hace casi un año unos jardines del Eixample adoptaron su nombre: jardines Rosa Deulofeu. Con este gesto, que es entrar en el nomenclátor de la ciudad, se reconoció públicamente la importante vocación de servicio destinada a jóvenes y discapacitados de la que fue delegada de pastoral de juventud del Arzobispado de Barcelona. Ahora, su reconocimiento va aún más allá: comienza su causa de beatificación. El Cardenal Sistach presidirá, el próximo 13 de julio a las 19.30h, la sesión de apertura diocesana de la Causa de beatificación de la sierva de Dios en el Aula Magna del Seminario Conciliar de Barcelona.

El tribunal de la causa está compuesto por: Dr. Santiago Bueno, juez; P. Vicente Benedito, promotor de justicia; y Chiara Rostagno, notaria.

Biografía

Rosa Deulofeu nació en Barcelona el 29 de abril de 1959 y ya desde pequeña participó en la vida parroquial juvenil de Sant Just i Pastor y muy especialmente en el agrupamiento del Movimiento Scout de la Parroquia de Sant Jaume.

Rosa era una persona que vivía intensamente su vida profesional, pero también buscaba el sentido de su vida. Era una mujer de Dios. Había crecido en el seno de una familia cristiana, una familia que vivía profundamente su fe participando en las actividades de la parroquia y los movimientos de su época. No es extraño, pues, que a los 22 años entre en contacto con el grupo Clara Eulalia, un grupo de Iglesia de la diócesis de Barcelona, para hacer su discernimiento vocacional.

La Rosa era una mujer que buscava profundamente ser fiel a la llamada de Dios. Por eso, al final de los años ochenta, unos años muy importantes para ella, unos años en que se concretará su vocación de servicio a la Iglesia diocesana en la evangelización de los jóvenes, inició su trabajo en el campo de la educación en el tiempo libre desde el Movimiento de Centros de Esplai Cristianos.

Dentro de este movimiento desarrolló primero el cargo de secretaria general y unos años más tarde ocupó la presidencia de la Fundación Pere Tarrés. En esta misma época, el arzobispo de Barcelona, el cardenal Ricard Maria Carles, le plantea ser delegada de Pastoral de Juventud de la diócesis. La Rosa compaginó su trabajo en la Fundación con la Delegación. Viendo que su labor pastoral como delegada le ocupaba la mayor parte del tiempo, decidió dejar la presidencia de la Fundación Pere Tarrés para dedicarse plenamente a los jóvenes e impulsar la pastoral juvenil.

Una tarde del mes de enero, ingresada en el Hospital de Barcelona por el cáncer de pulmón que padecía, apenas acabando de rezar el Padrenuestro, murió. Era el 5 de enero de 2004, Noche de Reyes.

Fue enterrada el día 7 de enero, en la parroquia de Sant Agustí de Barcelona, donde su hermano era rector. Una parroquia que quedó pequeña ante la multitud de gente de todas las edades, de formas de pensar y procedencia diversa, que captó y vivió la profundidad de Rosa como persona y como cristiana y deseó despedirse de quien había dejado huella en su vida.

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