Roma se llena de peregrinos
Las calles cercanas al Vaticano están repletas de jóvenes que dormirán allí para, por la mañana, ser los primeros en entrar a la plaza de San Pedro

Se trata de un acontecimiento histórico y eso se palpa en el ambiente que desprende la ciudad eterna que, a pesar de ser fin de semana, no descansa. El Ayuntamiento de Roma, según datos de hospedaje, prevé que más de tres millones de peregrinos invadan la capital para ver, en vivo, la canonización de Juan Pablo II y de Juan XXIII. Pero la realidad es otra: personas tumbadas en calles cercanas al Vaticano, en los pocos trozos de césped del centro e incluso familias que duermen en su coche. Y es que tanto la Plaza del Vaticano como Via Conciliazione han sido cerradas a los coches y transeúntes para evitar colapsos y para prepararlo todo de cara a la ceremonia de canonización.
Ambiente festivo
Muchos de los peregrinos que han viajado a Roma –o al menos aquellos que se han dejado ver esta tarde por los alrededores del Vaticano- son jóvenes. No es de extrañar, pues, que cada cinco minutos los transeúntes se encuentren con un grupo numeroso que canta y baila al son de guitarras y cascabeles. Hasta que el cuerpo aguante.
Roma se viste de gala
La previsión meteorológica dice que lloverá este domingo. Aún así, los peregrinos no desistirán. Con paraguas en mano o chubasquero, todos ellos están dispuestos a ver, en directo, la canonización. En la Plaza de San Pedro y Via Conciliazione, la capacidad es para 250.000 personas. Por ello, el Ayuntamiento de Roma ha instalado pantallas en cinco puntos de la ciudad.
En cada tienda, en cada valla publicitaria, en los autobuses, en los quioscos, se anuncia la doble canonización con pósteres de los dos papas o estampas a un euro para regalar.
Campanas de boda
Una novia corre por Via Conciliazione mientras peregrinos del mundo entero le abren paso y le hacen el pasillo. Le aplauden mientras avanza. En llegar a Saint Maria in Traspontina, los jóvenes le desean suerte. La novia se coloca el velo, y los peregrinos la vitorean. Entra a la Iglesia con una sonrisa. Seguramente, nunca olvide el comienzo de un día que cambiará su vida.