Què vol Déu de mi?
Esta pregunta es reciente y debería ser frecuente. La ha formulado un joven de uno de los grupos con los que he compartido un rato de reflexión en el Aplec de l'Esperit. Ha planteado un dilema con el que se encuentra a menudo

Así lo ha dicho: «Entre lo que yo quiero y lo que Dios quiere de mí se juega mi vocación.» Entonces, he querido destacar la importancia de este planteamiento y hemos intentado profundizar en grupo, «lo que -han añadido- no hacemos con mucha frecuencia». Hoy, en este Aplec, la fiesta del Espíritu nos sitúa de nuevo, porque el Espíritu Santo -les he dicho-nos ayuda a hacerlo, ya que Jesús nos ha prometido su asistencia día tras día, siempre!
¿Qué quiere Dios de mí? ¡Ésta es la pregunta! Cuando nos la hacemos, ¿somos capaces de dejarnos encontrar por Jesús, escucharlo, conocer todo lo que ha dicho y hecho, valorarlo y integrarlo en la propia vida? Con todo ello, de lo que Jesús ha dicho hay algo que debemos tener claro: «No me habéis elegido vosotros a mí; soy yo quien os he elegido a vosotros y os he confiado la misión de ir por todas partes y dar fruto, y un fruto que permanezca»(Jn 15,16). Jesús ha hablado sobre todo de amistad, y la amistad necesita de trato frecuente.
Toda vivencia vocacional pasa, pues, por querer escuchar una llamada interior y dar una respuesta que sea fruto de un amor generoso. ¿Podemos pensar diferente cuando la llamada proviene de Alguien que ha amado primero? La iniciativa es de Dios y espera ser correspondido. Por ello, necesitamos espacios humanos que lo favorezcan, necesitamos la familia, lugares de formación, grupos de jóvenes, la comunidad cristiana, la oración, momentos como los que a lo largo del año compartimos en los grupos de reflexión y mediante las acciones de compromiso que provienen.
Nos hemos animado mucho pensando que no estamos solos, que donde hay dos o tres reunidos en nombre de Jesús, él nos dice que está presente. Ésta es la confianza que nos mantiene activos, ésta es la fe que nos abre a las dimensiones de Dios y -como dice Jesús- es capaz de mover montañas.