Poner límites al mal del calentamiento global

Mn. Peio Sánchez, profesor de antropología teológica, da las claves para entender la nueva encíclica del Papa Francisco, 'Laudato Si'

La inspiración bíblica ya pone límites a las elecciones de los seres humanos. El Creador es quien pone límites entre la luz y la tiniebla, entre el caos y el orden. También el ser humano tiene sus límites en la mortalidad y en la capacidad de transgredir el plan de Dios.

Cuando traspasa estos límites daña la armonía de la creación. Así, en el relato del primer capítulo del Génesis señala que en el ámbito natural hay cosas de las que no se puede disponer (prohibiciones) porque ponen en riesgo la vida creada por Dios.

La ciencia y la técnica asociadas al progreso abren las fronteras de lo posible. Pero ¿dónde comienzan los límites del progreso? La ciencia del clima nos ha enseñado las consecuencias de superar unos límites en el calentamiento global. Aquí la ciencia, en sus certezas e incertidumbres, nos recuerda que el viejo mandamiento divino de asumir nuestros límites es cuestión de vida o muerte. «Hay un consenso científico muy consistente que indica que nos encontramos ante un calentamiento preocupante del sistema climático. En las últimas décadas, este calentamiento ha ido acompañado de un incremento constante del nivel del mar, y además es difícil no relacionarlo con el aumento de eventos meteorológicos extremos…».

El Papa propone «pequeñas acciones cotidianas» como «evitar el uso del material plástico y de papel, reducir el consumo de agua, separar los residuos, cocinar sólo lo que razonablemente se podrá comer, tratar con cuidado los otros seres vivos, utilizar el transporte público o compartir un mismo vehículo entre varias personas, plantar árboles y apagar las luces innecesarias».

¿Te ha interesado este contenido? Suscríbete a nuestro boletín electrónico. Cada semana, la actualidad de la Iglesia diocesana en tu correo.

Te interesará ...