Persiguiendo el sueño de Dios
El Papa Francisco abrió el Sínodo de la Familia apelando a construir la viña del Señor con "libertad, creatividad y laboriosidad", dejándose guiar por el Espíritu Santo

«Las asambleas sinodales no sirven para discutir ideas brillantes y originales, o para ver quién es más inteligente… Sirven para cultivar y guardar mejor la viña del Señor». Así de contundente se mostró el Papa Francisco en la homilía del domingo pasado en la Basílica de San Pedro, en la que se inauguraba el Sínodo extraordinario de obispos sobre los desafíos pastorales de la familia en el contexto de la evangelización, que durará hasta el próximo 19 de octubre.
Un día después, en la primera sesión de trabajo, el Pontífice pidió claridad a los asistentes: «Una condición general de base es ésta: hablar claro. Que nadie diga: ‘Esto no se puede decir; pensará de mí esto o esto…’. Se necesita decir todo lo que se siente con parresía». Sobre las posibles conclusiones del Sínodo, el Papa avanzó, en una entrevista al diario La Nación de Argentina, que «el mundo ha cambiado y la Iglesia no puede encerrarse en supuestas interpretaciones del dogma. Debemos acercarnos a los conflictos sociales, los nuevos y los viejos, y tratar de dar una mano de consuelo, no de estigmatización y no sólo de impugnación».
Los sabios y la viña del Señor
El Santo Padre destacó, en la homilía del domingo, que los obispos participantes de los cinco continentes están llamados a trabajar por la viña del Señor durante los próximos días: «La viña del Señor es su sueño» y «el sueño de Dios es su pueblo». Pero sin que su sueño quede frustrado: «Podemos frustrar el sueño de Dios si no nos dejamos guiar por el Espíritu Santo. El Espíritu Santo nos da esta sabiduría que va más allá de la ciencia, para trabajar generosamente con verdadera libertad y humilde creatividad». Con esta fórmula, el éxito está garantizado: «De esta manera, nuestros pensamientos y nuestros proyectos serán conformes al sueño de Dios: formar un pueblo santo que le pertenezca y que produzca los frutos del Reino de Dios».
Siguiendo la parábola de Jesús, el Papa Francisco explica que Dios ha encomendado a los «sabios» -la clase dirigente- de manera especial su sueño, es decir, su pueblo, para que lo cultiven, se cuiden de él y lo protejan de cualquier peligro. Y, por tanto, deben trabajar y cultivar la viña del Señor con tres valores: «libertad, creatividad y laboriosidad».
Libertad de pensamientos
Con una idea muy evidente -«hablar claro»- puso en marcha el Pontífice el primer día de trabajo de las Congregaciones sinodales. Francisco llamó a los participantes a expresarse sin miedo a la censura: «Se necesita decir todo lo que el Señor nos inspira: sin respeto humano, sin timidez. Y al mismo tiempo hay que escuchar con humildad y acoger a corazón abierto todo lo que dicen los hermanos». Así pues, el Sínodo permitirá a cada obispo expresarse con libertad, lo que ayudará al Papa Francisco a comprobar y analizar todos los puntos de vista sobre la temática de la familia.