Pentecostés, una fiesta para recordar el inicio de la Iglesia
En el interior de la entrada de la Catedral, el medallón que representa la bajada del Espíritu Santo a los apóstoles simboliza el nacimiento de la 'Eclesia'

Todas las iglesias tienen normalmente un pasillo central impregnado de un gran simbolismo. Es lo que los expertos en liturgia llaman Vía Sacra, recordando la Vía Sacra romana que conducía desde el arco de triunfo de cada ciudad hasta el Capitolio Romano, donde el emperador victorioso era coronado ante la diosa «Roma» y, a partir del emperador Augusto, era divinizado de por vida.
La Basílica eclesiástica también tiene en su interior este simbolismo, aunque en este caso el victorioso es Jesús, que es glorificado en el altar – o «sepulcro» del Señor– al ser resucitado después de la muerte. El arco de triunfo es la arcada que hay antes del presbiterio, al que se accede por la Vía Sacra o pasillo central de la nave principal. Obviamente, esta vía también tiene sus indicaciones para conducir directamente al altar.
En la Catedral, son los dos medallones que se encuentran justo en la parte interna de la entrada los que hacen de indicadores: la representación de la Ascensión del Señor, obra del escultor Joan Claperós (siglo XV), que quiere expresar que vamos en dirección hacia el cielo; y el medallón que representa la bajada del Espíritu Santo a los apóstoles y a la Virgen, simbolizando la festividad de Pentecostés y por tanto el primer momento de reunión de los fieles de Jesús, el nacimiento de la Iglesia.
¿Cómo se llega a Pentecostés?
El retablo de Santa Helena y San Gabriel arcángel, pintado por Lluís Borrassà, contiene diferentes fragmentos de la vida de Jesús. Entre ellos, destacan la oración en el huerto de los olivos, el calvario, la Ascensión de Jesucristo, las tres Marías ante el sepulcro vacío y la anunciación del traspaso de María. Todas estas imágenes finalizan con Pentecostés, cuando el Espíritu Santo desciende a los apóstoles y comienza la actividad de la Iglesia.