Paso a la felicidad
Una tarde del mes de julio de 2011, Laia Busqué reflexionó sobre lo que tenía y lo que le faltaba en su vida. «Hacía tiempo que me sentía vacía, como si todo lo que tenía no fuera para mí», asegura. Salió de casa y fue a parar a un banco de la catedral de Barcelona. [...]

Una tarde del mes de julio de 2011, Laia Busqué reflexionó sobre lo que tenía y lo que le faltaba en su vida. «Hacía tiempo que me sentía vacía, como si todo lo que tenía no fuera para mí», asegura. Salió de casa y fue a parar a un banco de la catedral de Barcelona. Necesitaba ayuda y la encontró cuando entró en uno de los confesionarios. Salió llorando, porque a raíz de la conversación con el cura sintió una liberación muy grande, dejó atrás mucha presión y notó una calma interior. Había oído la llamada de la fe. Un tiempo después recibió el sacramento del bautismo de manos de Mn. Joan Benito. Su vida ha cambiado.
¿Cómo vivió la conversión?
Fue de golpe, no hubo un conocimiento del Evangelio previo, con enamoramiento y posterior estimación de Jesús. Fue, ahora que lo conozco, como San Pablo. De la oscuridad, de la infelicidad, del rechazo, pasé a la luz, a la felicidad, a conocer el amor, el afecto, a dar y recibir mucho.
¿Cómo se siente ahora?
Me siento feliz, plena, hago exactamente lo que quiero hacer. Me siento valorada, amada, respetada, feliz. Me siento integrada en una gran familia. Antes de conocer el inmenso amor de Jesús, me sentía vacía, infeliz, rebelde… ; llevaba una vida disipada, con un gran sentimiento de soledad.
¿Cómo ha cambiado su vida?
Mi vida ha dado un giro total. Participo activamente en mi parroquia, intento transmitir lo que yo sentí, porque todo el mundo conozca el amor de Dios. La relación con mi entorno ha cambiado mucho, porque he perdido amigos, pero he ganado muchos más.
Entrevista realizada por Òscar Bardají y Martín a Laia Busqué para la hoja dominical del 8 de diciembre