Pasión de los cristianos

La pasión de Jesús sigue viva con la misma o peor crudeza allí donde millones de cristianos son rechazados, perseguidos y asesinados, o tienen que emigrar sin otra alternativa y sin que se les abre una rendija de esperanza

Vamos camino de la Semana Santa, la semana «grande» del año para los cristianos. Tiempo especial, espiritualmente denso. Tiempo de oración y silencio. Tiempo, también, de manifestaciones religiosas de diversa intensidad mezcladas con no pocas actitudes de indiferencia. Para los cristianos, por otra parte, este es un momento único en el año para vivir con toda la Iglesia el misterio de Cristo muerto y resucitado en su vertiente litúrgica y celebrativa, donde la comunidad cristiana expresa su adhesión a Jesús y se solidariza con aquellos que viven su propia pasión en el drama del dolor o de la persecución.

Las comunidades cristianas se movilizan en la preparación y ponen de relieve la importancia de ocupar intensamente estos días. La ocasión se lo merece y también el contenido que se conmemora, ya que en él radica la razón de ser del cristianismo y la vivencia de un drama impregnado de esperanza que ha orientado entre nosotros muchos aspectos de nuestra cultura y nos ha hecho sensibles a la importancia del hecho cristiano. Sin embargo, cuando nuestro occidente vive en estos momentos una fuerte crisis de sentido, la pasión de Jesús sigue en muchos lugares y está presente en muchos cristianos. Cada día tenemos noticias de ello.

La pasión de Jesús, pues, hoy sigue viva con la misma o peor crueldad allí donde millones de cristianos son rechazados, perseguidos y asesinados, o deben emigrar sin otra alternativa y sin que se les abra un resquicio de esperanza. Son hermanas y hermanos nuestros; ¿lo creemos? Quién sabe si es también la indiferencia la que nos impide llorar ante el amargo trago por el que pasan muchos otros. La pasión de Jesús es hoy la pasión de muchos cristianos y toma formas muy diversas, también entre nosotros.

Todo esto nos pide hechos de misericordia, obras, y no solo programas por muy bien ideados que estén, gestos de acercamiento a la miseria de muchos con la calidad de un corazón que ama y se compadece. Pensemos «dónde» y «quién», y demos el sentido que le corresponde hoy a la Semana Santa.

 

Sebastià Taltavull Anglada

Obispo auxiliar de Barcelona

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