Oda a mi padre
Young JK estrena como director con un filme sobre una promesa de un hijo a un padre en pleno conflicto entre Corea del Norte y Corea del Sur
Una semana más para conocer alguna de las películas que nos traen los cineastas, algunos debutantes como Young KJ, el director coreano que se ha estrenado con Oda a mi padre, un filme que entra en las entrañas de Corea con una historia donde el compromiso familiar será la clave de la trama.
Una promesa, una vida
La historia se ubica en Corea, en la década de los cincuenta durante la separación de las dos coreas. En este escenario, un niño se ve obligado a huir hacia el sur con su familia, separándose así de su hermana y de su padre, destinado a la guerra, a quien promete que cuidará de la familia. Serà esta promesa la que dará sentido a la vida del pequeño, quien forjará sus pasos a lo largo de su vida para mantener su palabra. Un recorrido que llevará al chico a trabajar en las profundidades de una mina, a emigrar a Alemania e incluso, en la Guerra de Vietnam.
Fuerza y superación argumental
Mn. Peio Sánchez, experto en cine espiritual, destaca la película como una «obra de máximo interés», la cual transmite la fuerza de una promesa hacia un familiar, una promesa basada en la estimación hacia los miembros que componen la familia.
Aunque en ocasiones se ha tachado el filme de «demasiado sentimental», muchos coinciden en cómo consigue entrar en la historia de este país, aunque el sentido «épico que se le da a la narración». Como explica Mn. Sanche, consigue transmitir la historia de Corea y de sus habitantes, que se ven representados a través del protagonista que pone toda su alma para levantar su país, a pesar de las dificultades y el desgaste que la guerra dejó.