No tendréis mi odio

El terror y la violencia no pueden ser ni serán nunca la respuesta. Tampoco todo lo que son las causas: la injusticia, el odio, el poder de las armas y del dinero, el atropello de los derechos humanos y todo lo que va contra la vida y la dignidad personal

Es el mensaje recibido a primera hora de la mañana. Un joven periodista, padre de familia, a quien el terrorismo ha matado a su mujer, también joven, da un testimonio lleno de humanidad. Unos momentos ciertamente difíciles los de tener que enfrentarse a algo inesperado, impensado y terrible. ¿Imagináis con qué ojos ha de mirar a su hijo de diecisiete meses habiendo perdido este a su madre y él a su esposa? Dice que «si Dios nos hizo a su imagen y semejanza, cada bala en el cuerpo de mi mujer es una herida en su corazón».

Estamos ante una persona con corazón frente a otras que parecen no tenerlo. La irracionalidad del terror gana terreno y el miedo se apodera de los indefensos que no tienen otros argumentos que los que provienen de la razón y, en ella, del amor y del perdón. Llegar a decir a los terroristas «no tendréis mi odio» es de tanta cualidad humana que sobrepasa toda especulación. Es el bien que vence al mal. En esta construcción estamos, si queremos mantener con una cierta firmeza la esperanza. El perdón, fruto del amor misericordioso, siempre se sitúa a favor del bien.

Debemos mirar, pues, cómo construimos la convivencia cuando se deteriora, y sobre qué materiales consistentes queremos que el edificio se sostenga. El terror y la violencia jamás pueden ser ni serán la respuesta. Tampoco todo lo que son sus causas: la injusticia, el odio, el poder de las armas y del dinero, el atropello de los derechos humanos y todo lo que va contra la vida y la dignidad de las personas, el fanatismo político y el fundamentalismo religioso, conceptos equivocados de la libertad.

Estoy convencido de que quien perdona siempre tiene la razón porque pone un elemento que distorsiona la irracional espiral del mal, aunque aparentemente parezca que no lo vence. La fuerza del amor de un padre por su esposa y su hijo es infinitamente más fuerte que la mala voluntad de eliminarlo. Los cristianos creemos que Dios es amor y sabemos que Jesús se identifica con aquellos que Dios ha hecho a su imagen y semejanza. Ir contra la persona humana es ir contra Dios.

 

Sebastià Taltavull Anglada

Obispo auxiliar de Barcelona

 

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