«No más esclavos, sino hermanos» en la 48ª Jornada Mundial de la Paz

El Francisco denuncia que todavía hoy hay millones de personas -niños, hombres y mujeres de todas las edades- privados de su libertad

«No más esclavos, sino hermanos». Este es el tema del mensaje para la 48ª Jornada Mundial de la Paz que como cada año se celebrará el próximo 1 de enero de 2015.

En el texto, que la Santa Sede presentó en rueda de prensa el pasado miércoles, el Papa denunció que todavía hoy «hay millones de personas -niños, hombres y mujeres de todas las edades- privados de su libertad y que se ven obligados a vivir en condiciones similares a la esclavitud». Todo ello a pesar de que la esclavitud está considerada «crimen de la humanidad» y está oficialmente erradicada en todo el mundo. El Pontífice pide un «compromiso común» para solucionar el problema, ya que a veces «tenemos la impresión de que todo esto tiene lugar bajo la indiferencia general».

A menudo se piensa que la esclavitud sigue siendo un hecho que pertenece al pasado. Sin embargo, esta plaga social está fuertemente presente también en el mundo de hoy.

Combatir la esclavitud

Para luchar contra esta problemática de manera eficaz, lo primero que debe reconocerse es la inviolable dignidad de toda persona humana. El objetivo es la construcción de una civilización fundada sobre la igual dignidad de todos los seres humanos, sin discriminación. Para ello, es necesario también el compromiso de parte de los ámbitos de la información, de la educación, y de la cultura en favor de una sociedad renovada y configurada por la libertad, por la justicia y, por tanto, por la paz.

Para ello, «los Estados deben vigilar para que su legislación nacional en materia de migración, trabajo, adopciones, deslocalización de empresas y comercialización de los productos elaborados mediante la explotación del trabajo, respete la dignidad de la persona».

Origen del fenómeno

Pero, ¿qué causa este fenómeno? El Pontífice da las claves para entender por qué existe y qué la genera. En este sentido, afirma que «en la raíz de la esclavitud se encuentra una concepción de la persona humana que admite el que pueda ser tratada como un objeto».

«Cuando el pecado corrompe el corazón humano, y lo aleja de su Creador y de sus semejantes, estos ya no se ven como seres de la misma dignidad, como hermanos y hermanas en la humanidad, sino como objetos».

Otras razones se encuentran en la pobreza, el subdesarrollo y la exclusión; la falta de acceso a la educación y a las redes criminales; los conflictos armados, el terrorismo o la violencia, además de la corrupción. «Esto ocurre cuando en el centro de un sistema económico está el Dios dinero y no el hombre».

El Papa subraya como solución apostar por la «fraternidad» como elemento de la vida social y familiar. «La fraternidad expresa también la multiplicidad y diferencia que hay entre los hermanos» y «todas las personas están por naturaleza relacionadas con los otros».

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