Niños, palmas y palmones con Mons. Omella en la Sagrada Familia
El arzobispo de Barcelona, Juan José Omella, presidió su primera misa de Ramos en la Sagrada Familia rodeado de familias y niños con palmas deseosos de oír el mensaje de Jesús

El Domingo de Ramos es una de las fiestas religiosas más arraigadas en el calendario popular, probablemente compitiendo con la Misa del Gallo. La Sagrada Familia, en la primera misa de Ramos presidida por el arzobispo Omella, acogió a más de 4.000 personas, en su mayoría familias enteras -abuelos, padres y niños- que quisieron celebrar la tradicional bendición de palmas y reflexionar y orar recordando la Pasión del Señor.
El arzobispo bendijo primero las palmas de los fieles dentro de la basílica y, a continuación, acompañado de todos los niños, salió a la fachada de la Pasión donde, en medio de la gente que ocupaba la calle Cerdeña y la Plaza Sagrada Familia, continuó bendiciendo a todos en un ambiente de alegría y fiesta mientras iba repitiendo «hay agua para todos, todos seréis bendecidos». Terminada la bendición, se leyó «el Evangelio del burrito» narrando la entrada de Jesús en Jerusalén y el entusiasmo de sus seguidores que iban con él portando palmas y ramas de olivo y lanzando al suelo, para hacer de alfombra, sus mantos mientras gritaban «Hosanna al Hijo de David! Bendito el que viene en nombre del Señor!». Una vez dentro de la basílica fue proclamada la Pasión de Jesús según el Evangelio de San Lucas.
Profundizar en la fe durante Semana Santa
El arzobispo, sin querer rehuir el tono popular y festivo que había tenido la celebración hasta ese momento, remarcó el sentido de la Pasión: «Jesús, no sufre porque sí. Jesús sufre por todos nosotros, por humildad y fidelidad a Dios, para que todos nosotros podamos ser salvados». Y animó a todos los fieles a dedicar un espacio a Dios durante esta larga Semana Santa: «Estos días no son sólo de vacaciones, de disfrutar y estar más con la familia y los amigos, estos días son también para hacerle un lugar a Dios en nuestro corazón. Estéis donde estéis participad en los oficios y también buscad un momento para releer la Pasión. Recordar lo que Jesús hizo por todos nosotros nos abre el corazón a Dios, ya que nos hace pensar en cómo Dios nos ama. Aprovechemos también para pensar como lo amamos nosotros a Él».
En el momento de la oración del Padrenuestro, el Arzobispo Omella quiso tener un recuerdo emotivo con los jóvenes estudiantes víctimas del accidente de autocar en Tarragona: «Oremos por ellos, que Dios los acoja y por sus familias y amigos, que también estos días de Pascua sean para ellos consuelo y ayuda en la oración».
El domingo de Ramos fue, de nuevo, un día de fiesta familiar y religiosa donde la confluencia de fe profunda y popular hizo que las ramas que forman las columnas de la nave central de la basílica entonaran de nuevo: «Hosanna al Hijo de David! Bendito el que viene en nombre del Señor!».