Muéstranos a vivir, amar y esperar

Jesús, ábrenos a la esperanza de tu Reino, donde la muerte y el pecado son vencidos y tu resurrección es la garantía de Vida. Muéstranos a vivir para aprender a morir, muéstranos a amar para no desfallecer nunca, muéstranos a esperar para actuar siempre.

También la profesión de fe es de cada día, en los momentos de la alegría que nos sobrepasa y en los grises de la angustia que nos invade. Concédenos la fuerza de quien sabe responder cuando se nos pidan explicaciones de lo que esperamos, cuando se nos acaben los argumentos cuando lo veamos todo oscuro. Danos la entereza de afirmar la esperanza con las razones que cada día descubrimos, con los sentimientos que proceden de ti, con el amor y la alegría que contagiamos, con el testimonio de sencillez y de amor que recibimos.

Acompáñanos en el itinerario espiritual que quiere sentirte a su lado, siempre vivo, dispuestos a dar razón de tu persona a los que nos interrogan por nuestra esperanza. Que tu luz ilumine nuestro rostro para verte, nuestro corazón para amarte y todos nuestros pasos para seguirte.

Nos das profundas razones para vivir y con tu muerte, absurda como ella misma, abres un camino de sentido a la nuestra. Quieres que la absurdidad, la inutilidad, la perplejidad, den paso a un sincero grito de esperanza y de vida: justamente allí donde tú nos dices que has venido para que tengamos Vida y esta sea en abundancia.

Las criaturas de este mundo —nos dice el papa Francisco— no podemos ser consideradas un bien sin dueño: «Son tuyas, Señor, que amas la vida.» Estamos unidos por lazos invisibles y constituimos una especie de familia universal, una sublime comunión que nos mueve a un respeto sagrado, afectuoso y humilde.

Trabaja con nosotros por tu Espíritu de Amor el proyecto del Padre: la felicidad de tu Reino de los pobres, de los humildes, de los misericordiosos, de los limpios de corazón, de los hambrientos y sedientos de justicia, de quienes trabajan por la paz, de los perseguidos por el hecho de querer ser como Tú. ¡La felicidad que jamás termina, Tú en todos para siempre!

 

Sebastià Taltavull Anglada

Obispo auxiliar de Barcelona

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